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COLABORACIÓN | Hamás ataca a Israel ¿Por qué ahora, y qué sigue?

12 de Octubre de 2023
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COLABORACIÓN | Hamás ataca a Israel ¿Por qué ahora, y qué sigue?

Las Brigadas Al Qassam, el brazo armado de Hamás, con un tanque israelí capturado, cerca de la frontera entre Israel y Gaza. (Foto de Abed Rahim Khatib/Agencia Anadolu vía Getty Images).

Los terroríficos ataques del sábado contra Israel requirieron niveles de planificación, orquestación y audacia, que significaron que habían sido preparados durante un buen tiempo. No fue una respuesta airada e impetuosa a acontecimientos recientes, como el ingreso de colonos israelíes a la mezquita de Al Aqsa, o el diálogo entre Israel y Arabia Saudita, más allá de que estos acontecimientos hayan sido los últimos de una serie que convencieron a Hamás de que era hora de golpear y sacudir a Israel. La fecha del 7 de octubre, casi cincuenta años después de la última vez que Israel sufrió un golpe similar, viene sonando por algún tiempo. Hamás comprende el simbolismo.

La comparación fácil y obvia entre los dos ataques es que una vez más Israel ha sido tomado por sorpresa. Las comparaciones pueden ir más allá. Los israelíes terminaron ganando la Guerra de Yom Kippur de 1973 al derrotar a los ejércitos egipcio y sirio, pero no lo sintieron como una victoria. Los costos humanos fueron altos y quedó demostrado que el país todavía era vulnerable, a pesar de las sorprendentes victorias en la guerra de 1967. Los ejércitos árabes habían sido mirados en menos por su ineficacia: ahora demostraban que con mejores armas y tácticas todavía eran capaces de infligir duros golpes a Israel, y que podían volver a hacerlo. El pueblo israelí consideró que si se hubiera previsto mejor el peligro, todo esto se podría haber evitado. El gobierno de turno finalmente fue castigado en las urnas por el error.

Si bien siempre soy cauteloso a la hora de predecir el curso de una guerra, podemos estar razonablemente seguros de una cosa. El rechazo político dentro de Israel será duro, e irá más allá de las investigaciones sobre el fracaso de los servicios de inteligencia. No inmediatamente, porque el país se unirá a medida que continúen los combates y se dejen de lado las diferencias partidistas. Pero sí una vez que el polvo se haya asentado. Este giro ya se está produciendo mientras el Primer Ministro Benjamin Netanyahu ofreció a los partidos de oposición integrarse a una coalición de emergencia, buscando el apoyo más amplio posible para los próximos pasos. Según Yair Lapid, Netanyahu reconoce que “con el actual gabinete de seguridad, extremista y disfuncional, no puede gestionar una guerra. Israel necesita ser liderado por un gobierno profesional, experimentado y responsable”. La condición será eliminar a los miembros más controvertidos y disruptivos de su coalición, en particular Bezalel Smotrich y el Ministro de Seguridad Itamar Ben Gvir, un ultraderechista que se ha dedicado a deteriorar las relaciones con los palestinos, sin prepararse para las consecuencias.

Las políticas de la coalición sobre reforma judicial no sólo han dejado a la sociedad israelí profundamente dividida (algo de lo cual Hamás debe haber estado plenamente consciente), sino que además, su activo apoyo a grupos extremistas que generan problemas en Cisjordania y Jerusalén significó que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) tuvieron que ir a protegerlos, en desmedro de otras áreas. Esto explica en parte los puestos de guardia vacíos y las débiles líneas de defensa en la frontera con Gaza, lo que perjudicó la capacidad de responder a los ataques.

La escala y el carácter de estos ataques son más limitados y terroristas que el cruce del canal y los ataques blindados de 1973. Además, a diferencia de 1973 (cuando Israel no pudo concentrarse en las fuerzas egipcias hasta haberse encargado de la amenaza más inmediata de Siria), hasta ahora Israel está luchando contra un solo enemigo. Debe estar consciente de que esto puede cambiar, ya sea por un aumento de la violencia en Cisjordania, o por la posible decisión de Hezbolá de unirse a la guerra desde el Líbano, con consecuencias aún más letales.

Guerra y Diplomacia

Hay otra diferencia. La Guerra de 1973 fue un preludio para la diplomacia. Hasta entonces, todos los gobiernos árabes se habían negado a aceptar el derecho de Israel a existir, y rechazaban las propuestas de negociaciones directas. El Presidente de Egipto, Anwar Sadat, quería cambiar eso. Aprovechando el impulso que los exitosos primeros días de la guerra le dieron a su prestigio, ingresó al proceso que culminó en un tratado de paz con Israel, poco tiempo después del cual, lamentablemente, fue asesinado. La guerra actual fue precedida por importantes negociaciones y avances en las relaciones diplomáticas árabe-israelíes, especialmente con los Estados del Golfo. El más reciente esfuerzo comenzó bajo el gobierno de Trump, dio origen a los “Acuerdos de Abraham” (entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos), y recientemente ha ido avanzando hacia lo que los israelíes ven como el gran premio: la normalización de las relaciones con Arabia Saudita. Esto ha ido avanzando en los últimos días, con Estados Unidos intentando negociar un acuerdo (y lograr que los saudíes ayuden a bajar el precio del petróleo). Netanyahu dijo a la ONU en septiembre que los dos países estaban en “la cúspide” de un acuerdo. El Príncipe Heredero saudí, Mohammed Bin Salman, también confirmó que “cada día nos acercamos más”.

Los palestinos han observado esto con consternación, porque sienten que están siendo abandonados por gobiernos árabes deseosos de aprovechar la economía israelí de alta tecnología. En el pasado se consideraba que, para cualquier avance saudí, era condición previa algún tipo de iniciativa de paz. El Príncipe Heredero sigue insistiendo en que la cuestión palestina no ha sido olvidada, pero los palestinos tienen pocos amigos en la región, por muy popular que sea su causa entre la gente corriente. Los ataques fueron planeados antes de la etapa más reciente del diálogo entre Arabia Saudita e Israel. Sin embargo, dado que este proceso de normalización ya lleva algún tiempo en marcha, es posible que uno de los motivos haya sido descarrilarlo.

Hasta ahora, la respuesta saudí ha sido pedir un cese inmediato de la escalada de violencia, y señaló que había advertido repetidamente que la ocupación actual de Gaza por parte de Israel impulsaría más violencia. Su posición sigue siendo que una “solución de dos Estados” es la mejor opción, y esa es la opinión de la mayor parte de la comunidad internacional.

Sin embargo, el último intento serio de negociaciones hacia este objetivo sucedió al final del gobierno de Clinton, en 2000. El fracaso de esas conversaciones, en relación con la división de Jerusalén y el alcance del derecho palestino al retorno, fue seguido por la “Segunda Intifada’, que incluyó bombas en ciudades israelíes. Esto tuvo el efecto de empujar a Israel hacia la derecha y socavar su movimiento por la paz. Ha habido intentos ocasionales de reactivar el proceso, al menos con los dirigentes palestinos en Cisjordania, encabezados por Mahmoud Abbas, cuya salud está muy deteriorada. En ocasiones ha habido cooperación entre las fuerzas de seguridad israelíes y palestinas para estabilizar la situación. Pero las relaciones, que nunca fueron buenas, han empeorado aún más desde que el gobierno israelí dio su respaldo al ala más dura de los colonos. Hamás, que ya controla su propio territorio, mantiene su postura de rechazo, sin interés en una negociación, incluso aunque se le ofreciera.

Contener a Hamás

Una vez derrotada la Segunda Intifada, el entonces Primer Ministro Ariel Sharon dio un paso osado. Concluyó que la mejor manera de abordar la Franja de Gaza era retirar a todos los israelíes de sus asentamientos, instalar una barrera, dejar tranquilos a los palestinos ahí, y esperar que eso fuera recíproco. Eso no sucedió. En 2006, Hamas ganó las elecciones en Gaza y pronto consolidó su control sobre el territorio, expulsando al grupo Fatah, de Abbas. Vio el territorio como una base desde la cual podría prepararse para un enfrentamiento final con Israel, y pronto comenzó a acumular armas, incluyendo cohetes con ayuda de Irán.

Cada vez que se han lanzado ataques desde la zona, Israel ha golpeado de vuelta. Estas escaramuzas armadas reflejaban la frustración por las condiciones en las que vivía la población, y la determinación de Hamás de demostrar que no se dejaban intimidar. En respuesta, Israel adoptó la postura de no permitirse mostrar ninguna debilidad. Esto implicó una serie de medidas a lo largo de los años, desde asesinar a los líderes y fabricantes de bombas de Hamás, hasta atacar directamente los campamentos de sus combatientes.

En ocasiones, esto significó llevar la lucha a los bastiones de Hamás en Gaza, pero desde hace más de una década, cualquiera sea la provocación, las FDI han querido evitar eso. Una vez que se encuentran en territorio hostil, sus tropas se vuelven vulnerables a las emboscadas, mientras intentan erradicar a los combatientes que se confunden fácilmente entre la población local. La experiencia advierte que una vez que se ingresa a estos territorios, excepto para una incursión rápida con un objetivo específico, puede ser muy difícil volver a salir, y es poco probable conseguir objetivos importantes.

Por lo tanto, Israel ha optado crecientemente por priorizar medidas defensivas y punitivas. En 2014, en un esfuerzo por levantar el bloqueo aéreo y marítimo de Gaza, Hamás atacó con cohetes a Israel, mientras que Israel demostró la calidad de su inteligencia al encontrar y destruir más de 30 túneles. Estos se habían utilizado para el contrabando y como posibles rutas por debajo de la barrera, a través de las cuales se podrían lanzar ataques contra comunidades israelíes. Aunque Hamás disparó miles de cohetes, sus ataques fueron mitigados por el impresionante sistema de defensa aérea “Domo de Hierro”.

A partir de entonces, Israel consideró que la combinación de una barrera mejorada, defensas aéreas, y ataques de precisión de la fuerza aérea para destruir los recursos de Hamás en Gaza, era suficiente para mitigar la amenaza, sin los riesgos y la angustia de intentar ocupar el territorio. Mientras tanto, Gaza padecía un bloqueo (respaldado por Egipto) que restringía la importación de todo tipo de bienes, incluidos equipos electrónicos e informáticos, que pudieran utilizarse para fabricar armas, y al mismo tiempo impedía que la gente abandonara el territorio.

En lugar de “resolver” el problema de Hamás, ya sea por medios militares o políticos, lo único que se podía hacer es contenerlo. Había manifestaciones y protestas a lo largo de la barrera, pero nada que pareciera inmanejable. Como señaló Seth Franzen,

Hamás parecía aislado en Gaza, incapaz incluso de obtener más fondos de las fuentes habituales, como Qatar. Con el aumento de los acuerdos de normalización israelíes en la región, Hamás parecía presentar una ideología obsoleta que vivía en el pasado.

Sin embargo, había signos de tensiones crecientes. La Yihad Islámica Palestina (movimiento de tamaño significativamente menor a Hamás), lanzó una lluvia de cohetes en mayo, a lo que siguió un ataque israelí selectivo que mató a tres de sus líderes. Esta vez Hamás dio un paso atrás. Egipto y la ONU gestionaron un alto al fuego. En julio, las fuerzas israelíes entraron en Jenin, en Cisjordania, con el supuesto objetivo de eliminar a los militantes palestinos. Esto incluyó cientos de tropas terrestres y ataques aéreos. Luego, el mes pasado hubo enfrentamientos cerca de la barrera de Gaza, en los que palestinos lucharon contra las fuerzas israelíes. La semana pasada, colonos israelíes entraron al complejo de Al Aqsa en Jerusalén Este, aparentemente ayudados por la policía israelí, para conmemorar la festividad de Sucot, provocando la ira árabe. (Fue una visita de Ariel Sharon a esta mezquita en 2000 lo que ayudó a desencadenar la Segunda Intifada).

¿Qué Sigue?

En un contexto de creciente frustración e ira por parte de los palestinos, contener la situación se convirtió en un desafío mayor. Hamás estaba buscando la manera de traspasar las defensas de Israel. Durante mucho tiempo había utilizado sus cohetes como medio para llevar la guerra a Israel, pero su impacto fue neutralizado por el Domo de Hierro. El sábado lanzó cientos de cohetes simultáneamente, logrando así saturar y sobrepasar – al menos temporalmente – el Domo de Hierro, y algunos cohetes alcanzaron objetivos en lo profundo de Israel. Más grave aún, rompió la barrera con excavadoras, la pasó por arriba con parapentes, y la rodeó por mar. Muchos de estos avances fueron frustrados por Israel, pero tuvieron suficiente éxito en la primera oleada como para lograr atravesar los puestos fronterizos, tomar rehenes, y matar a civiles al azar cuando los militantes los atacaron. Aunque las operaciones dentro de Israel deberían terminar pronto, el asesinato de jubilados y la profanación de cadáveres aumentarán la presión sobre el gobierno israelí para que imponga represalias.

Israel ya está haciendo daño a Hamás con ataques aéreos que golpean a su infraestructura. Lo que es más significativo, Gaza está siendo privada de gran parte de su suministro de electricidad y agua, y su internet se ha visto afectada. El vocero de las FDI, Brigadier General Daniel Hagari, dijo en una conferencia de prensa que los ataques aéreos “se intensificarían significativamente y eliminarían toda la infraestructura terrorista de Hamás, todas las casas de comandantes terroristas, y todos los símbolos del gobierno de Hamás”. Pero al final estos son sólo edificios, y siempre se pueden encontrar nuevos edificios – y de hecho, nuevos combatientes y líderes.

Israel también ha llamado a los reservistas, y parece estar preparándose para volver a entrar en Gaza. La presión para hacerlo será grande, pero también hay motivos para ser cautelosos.

En primer lugar, Hamás estará preparado. Será una pelea dura. Incluso una incursión limitada podría resultar muy costosa.

En segundo lugar, las FDI no tienen la capacidad ni el poder para quedarse y tomar el control de Gaza. Éste sigue siendo un territorio de 2 millones de personas y, como no tienen adónde ir, tendrán que quedarse, todavía furiosos.

En tercer lugar, el mayor peligro para Israel es que el conflicto se extienda territorialmente, debiendo desplegar aún más a las FDI y al Domo de Hierro. El grupo libanés Hezbolá elogió la operación y la vinculó con los intentos de los gobiernos árabes de mejorar las relaciones con Israel. Según su líder Hassan Nasrallah,

“Esto envía un mensaje al mundo árabe e islámico, y a la comunidad internacional en su conjunto, especialmente a quienes buscan la normalización con este enemigo, de que la causa palestina es eterna, que vivirá hasta la victoria y la liberación”.

Presumo que si Hezbolá fuera parte del plan, habrían atacado al mismo tiempo para maximizar el impacto. Irán apoya a ambos grupos, y evaluará hasta qué punto una guerra más amplia complicaría sus propios intentos de normalizar las relaciones con los países árabes del Golfo. Si los combates se prolongan, y prevalecen las imágenes de los ataques israelíes contra Gaza, aumentarán las presiones para que Hezbolá se involucre. Hezbolá ya ha hecho un gesto al enviar cohetes y proyectiles contra tres posiciones israelíes en la disputada región del Monte Dov, en la frontera con el Líbano. Israel respondió con artillería y un ataque con drones. Lo mismo ocurre con Cisjordania. Abbas ha declarado que los palestinos tienen derecho a defenderse, sin ir más lejos, pero debe existir el riesgo, lo quiera o no, de acciones independientes contra los colonos israelíes y, de hecho, por parte de grupos de colonos contra los palestinos.

En cuarto lugar, ¿qué pasa con el destino de los 100 rehenes tomados por Hamás y la Yihad Islámica (que también ha desempeñado un papel activo en los ataques)? Hubo pocos patrones en la toma de rehenes (según informes, hay 15 tailandeses detenidos), y algunos parecen haber sido capturados y retenidos por civiles palestinos. Este asunto va a pesar mucho en los cálculos israelíes.

En cuanto a los objetivos políticos, el líder del ala militar de Hamás, Muhammad Deif, dijo que la “operación” fue lanzada para que “el enemigo comprenda que el tiempo de atacar sin pagar las consecuencias ha terminado”. También se ha dicho que fue ‘en defensa de la mezquita de Aqsa‘. Netanyahu ha descrito los objetivos de Israel de la siguiente manera:

“Nuestro primer objetivo es principalmente despejar el territorio de las fuerzas enemigas que han entrado, y restaurar la seguridad y la calma en los asentamientos que han sido atacados. El segundo objetivo, al mismo tiempo, es cobrar un alto precio al enemigo, incluso en la Franja de Gaza. El tercer objetivo es fortificar otras áreas, para que nadie se sume por error a esta guerra”.

Si Israel quiere contener el conflicto, necesita terminarlo lo antes posible. Por la misma razón, para Hamás será más útil extender su duración, atizando las emociones en toda la región.

Israel, tras haber llegado a la conclusión de que estaba seguro porque había encontrado formas de contener a los palestinos y luego esencialmente ignorarlos, ahora descubre que no es tan fácil. La atención internacional que estos acontecimientos han adquirido, y los peligros de que la violencia continúe, pueden alentar nuevas iniciativas diplomáticas (el Consejo de Seguridad se reunirá, mientras el Secretario de Estado de EE.UU. ha estado en contacto con todas las partes interesadas, excepto Hamás), pero con tantas cosas más en juego, no es un momento propicio. Quizás los nuevos amigos de Israel en el Golfo encuentren una manera de avanzar, como lo han intentado los saudíes en el pasado. Quizás la conmoción de esta última ronda de enfrentamientos alentará la aparición de nuevas ideas. En la historia no faltan ejemplos de intentos de aliviar el conflicto, algunos de los cuales lograron avances.

Las iniciativas locales tienen mayores probabilidades. Es difícil imaginar cómo una operación militar puede liberar a los rehenes de forma segura. The Wall Street Journal informa que Israel ya ha pedido a Egipto que medie. Egipto participó en las conversaciones en curso desde mayo de 2021 con Qatar y Hamás (en las que Israel también ha participado). El tema de estas conversaciones era reconstruir Gaza después de los combates previos, y aliviar el bloqueo, a cambio de un alto al fuego. Según Haaretz, se interrumpieron hace un mes, cuando en lugar de más ayuda, el representante de Qatar en Gaza transmitió sólo las advertencias de Israel contra cualquier escalada. Estas conversaciones podrían reactivarse, incluso a pesar de que un alto al fuego ahora, con un levantamiento (al menos parcial) del bloqueo, y sin que Hamás quede debilitado para el futuro, sería visto como una derrota para Israel. Pero si volvemos la vista atrás, hasta 1975, el impacto a largo plazo en Israel radica no sólo en cómo comenzaron los combates, sino también en cómo terminaron. Ser sorprendido por el primer golpe fue una victoria psicológica para su adversario, y los efectos fueron duraderos.

Lawrence Freedman
8 de octubre 2023


[1] Artículo traducido y reproducido con permiso de su autor y publicado originalmente en “Comment is Freed” https://samf.substack.com/p/hamas-attacks-israel?r=15i4j0&utm_campaign=post&utm_medium=web

[2] Sir Lawrence Freedman es profesor emérito de estudios de guerra en el King’s College de Londres. Estudió en las universidades de Manchester, York y Oxford. Antes de incorporarse a King’s, ocupó puestos de investigación en Nuffield College Oxford, el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos y el Real Instituto de Asuntos Internacionales. Elegido miembro de la Academia Británica en 1995 y condecorado con el CBE (Comandante del Imperio Británico) en 1996, fue nombrado Historiador Oficial de la Campaña de las Malvinas en 1997. En 2003, recibió el KCMG (Caballero Comendador de San Miguel y San Jorge). En junio de 2009 fue designado miembro de la investigación oficial sobre Gran Bretaña y la guerra de Irak de 2003. Ha escrito sobre historia internacional, teoría estratégica y cuestiones de armas nucleares, además de comentar sobre cuestiones de seguridad actuales. Entre sus libros recientes se encuentran Strategy: A History (2013), the Future of War: A History (2017), Ukraine and the Art of Strategy (2019) y, con Jeff Michaels, la cuarta edición de The Evolution of Nuclear Strategy (2019). ). Actualmente está trabajando en un libro sobre Política de Mando.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de AthenaLab.


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