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ANÁLISIS | Democracias liberales y apertura comercial: el giro exterior de Milei para Argentina
Despejada la incógnita de la presidencia argentina con el arrasador triunfo de Javier Milei, viene la hora de preguntarse sobre la orientación exterior que adoptará este país, una vez que empieza a bajar la espuma de la campaña, en la que el libertario se dedicó a anunciar cosas imposibles, como el rompimiento de relaciones con China y la salida expedita del Mercosur, y criticar a mandatarios vecinos, como el brasileño Lula da Silva (“comunista furibundo”) y el chileno Gabriel Boric (“empobrecedor”), a quienes pronto tendrá de colegas.
En materia de Relaciones Exteriores, se cumplió con lo previsto y se designó a la economista Diana Mondino como canciller. Especializada en evaluación de riesgos y análisis de mercados —algo demasiado útil dada la situación local—, Mondino era directora de Relaciones Institucionales y profesora de finanzas en maestrías de la Universidad del CEMA. Por lo mismo, todo indicaría que la principal labor de su ministerio será apalancar la recuperación económica por medio de la apertura comercial.
Ahora bien, el programa de gobierno de Milei[1], en su breve referencia a la política exterior, explica que, junto con el eje comercial, habrá un alineamiento con las democracias liberales del mundo y una profesionalización del servicio diplomático, el que también ha sido capturado por el clientelismo.
Los puntos del programa afirman que se viene “una nueva doctrina de relaciones exteriores”, basada en dos principios fundamentales:
1. La defensa irrestricta de todas las democracias liberales del mundo.
2. La promoción del comercio libre entre naciones para promover el bienestar general y el bienestar particular de los argentinos.
Para lograr estos objetivos, se promoverá:
- La reorganización de la Cancillería argentina con vistas a promover el comercio de Argentina con el mundo.
- La alineación en materia de relaciones exteriores con todas las causas democráticas del mundo.
- La depuración de la Cancillería argentina de todo el personal puesto a dedo por las distintas administraciones para promover al personal de carrera.
- Desalentar el uso de embajadas como destinos de ocio para políticos.
- Reducir el gasto superfluo, el número de unidades administrativas, y redistribuir la planta de personal no diplomático.
Aunque simple en su enunciación, ya supone un giro marcado de la relación de Argentina con el mundo, si se revisa el último ciclo de la política exterior que iniciaron los Kirchner en 2003 y que concluirá 20 años después con el alejamiento de Cristina del poder formal, excluyendo el interregno de Mauricio Macri (2015-2019).
La política exterior K tuvo como sello el alejamiento de Buenos Aires de la órbita de Estados Unidos y Europa, y un marcado acento latinoamericano a través de la vinculación con otros gobiernos de izquierda, sin importar sus credenciales democráticas. También se apostó fuertemente por organismos como la Unasur (una estatua de Néstor adorna su sede vacía) y la Celac.
Sin embargo, esa apuesta no significó que las relaciones vecinales fueran las necesariamente las mejores. No faltaron los impasses con Chile (corte de exportaciones de gas), Paraguay (expulsión del Mercosur) y Uruguay (papelera Botnia).
A nivel global, se reforzaron las relaciones con China, Rusia e Irán, en la apuesta por un orden global más multipolar y menos dominado por potencias tradicionales o antiguos acreedores, por llamarlos de otra forma. Al igual que en toda América Latina, las inversiones y el comercio chino fluyeron hacia tierras argentinas, junto con los yuanes renminbi, moneda que se convirtió en fuente de la mitad de las reservas internacionales, ante la escasez de dólares.
La coronación de este giro hacia el ahora llamado “Sur global” debería haber sido el ingreso de Argentina a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), tras su reciente expansión a 11 miembros. Lo anterior parece imposible, si Milei apuesta a acercarse a democracias liberales, ya que estas no abundan en el bloque predominantemente africano-asiático.
Entre lo que afirma el programa, más las declaraciones de futuros funcionarios de Milei y el contraste con la política exterior K, se hace posible proyectar los principales focos de su gobierno respecto de su política exterior, los que se esbozan a continuación:
ESTADOS UNIDOS Y CHINA. Entre su decisión de visitar Estados Unidos antes de asumir la presidencia —y también Israel en guerra— y su adscripción en el papel a las democracias liberales, Milei ya está marcando claramente el rumbo norte de su gestión. Aunque por estilo e ideas parece más cercano al republicano Donald Trump, en las autoridades estadounidenses demócratas existía una preocupación manifiesta por el creciente acercamiento de Argentina a China, que incluía el plano económico y, posiblemente, el militar (entre la compra de cazas JF-17 e instalaciones en Ushuaia).
Ya sea que guste o no su estilo, al menos con la llegada del libertario a la Casa Rosada, Estados Unidos puede ganar un potencial aliado en la cruzada del presidente Joe Biden por la gran batalla entre “democracias” y “autocracias”. También los inversionistas estadounidenses ya celebraron en la Wall Street el triunfo de un reformador y privatizador en una economía que tiene un gran potencial.
Tampoco hay que olvidar que el próximo año habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos y el regreso de Trump es una posibilidad, pero también una oportunidad para quien lo imitó con una campaña disruptiva, beligerante y exitosa.
Si bien China saludó el triunfo de Milei, desde luego advirtió que sería un “gran error” para Argentina cortar lazos. La verdad, más que un error, eso es imposible en lo inmediato. Esto, por los volúmenes de comercio, el monto de las inversiones y la disponibilidad de divisas (fundamentales para estabilizar en algo el peso y evitar vencimientos de pagos al FMI). Pero eso no quiere decir que no se vayan a reducir dependencias de forma gradual, sobre todo con economías desarrolladas deseosas de asegurar y reorientar cadenas de suministros.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta, de la cual Argentina es miembro, no es la única opción para acceder a fondos para, por ejemplo, desarrollar infraestructura en estos días. El G-7 y la Unión Europea (UE) tienen también sus propios programas.
COMERCIO. Con una economía en recesión (el PIB caería casi 3% este año), inflación del 140% y alto niveles de deuda, Argentina necesita volver a convertirse en una potencia exportadora conectada con el mundo, tal como lo fue en el pasado. El desmonte de políticas proteccionistas mediante cuotas de exportación, que tenían como objetivo satisfacer el mercado local con precios bajos, parece lógico, pero no es tan fácil de implementar por su costo social.
También la llegada de Milei puede complicar la demorada firma del acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), bloque al que Milei ha descrito como una “unión aduanera de baja calidad que conduce a la desviación del comercio y perjudica a sus miembros”. Además de la mala relación con Lula, el mandatario electo ha dicho que prefiere el libre comercio, ante todo.
El foro donde Argentina tendrá más interés en brillar podría ser el G-20, tal como lo hizo Macri, cuando organizó la cumbre de Buenos Aires. Ahí es donde Milei se encontrará con un club más a su gusto.
LATINOAMÉRICA. En entrevista con el diario El Mercurio, la vicepresidenta electa, Victoria Villarruel, aseguró que la agenda con América Latina pasará de la “ideología” a temas concretos, como pobreza, narcotráfico y migraciones. Esto supone un pragmatismo no muy fácil de hallar en el vecindario.
Con las excepciones de Ecuador y Uruguay, el panorama no parece muy auspiciador ni interesante para Milei y su entorno, de ahí el anuncio de sus viajes, que por ahora no incluyen ni a Brasil ni Chile, los países vecinos. Lo cierto es que su triunfo no ha dejado a nadie indiferente.
En uno de los mejores cruces de impresiones, el presidente colombiano, Gustavo Petro, calificó su victoria como “triste para América Latina”. En la misma red X, el salvadoreño Nayib Bukele le respondió irónico a Petro: “Ahora dilo sin llorar”, acompañado con el emoji de una cara riendo.
Si bien Latinoamérica es su entorno directo, lo más probable es que Argentina se oriente más hacia afuera de la región más que hacia adentro, si lo que quiere es comerciar, tal como lo ha hecho Chile durante décadas.
MALVINAS/FALKLAND. En un tema inevitable, Milei ya ha dicho que las islas del Atlántico Sur son parte de la soberanía argentina. Sin embargo, su canciller designada ha insinuado matices interesantes en declaraciones a medios cuando precisó que la voluntad de los isleños no puede ser desconocida.
Mondino puntualizó que antes de buscar estrechar lazos con el archipiélago, Argentina debe ser un “país normal” con una inflación contenida. Se trata de una cuota de realismo pocas veces vista ante un asunto que siempre sirve para explotar el ánimo nacional.
Durante el gobierno de Carlos Menem (1991-1999), su canciller Guido di Tella ensayó una aproximación amistosa hacia los isleños, que incluía desde trabajar temas pesqueros hasta regalos navideños, lo cual es recordado hasta hoy.
Reino Unido, por supuesto, saludó a Milei por su triunfo, pero le recordó que el tema de las “Falkland es cosa zanjada”.
CHILE. Desde ya, no se augura una buena relación entre los mandatarios, no solo por las críticas de Milei a Boric por sus políticas “empobrecedoras”, sino por orientaciones ideológicas, donde ambos suelen ser más vehementes cuando se trata de comentar asuntos exteriores.
La vocera de gobierno, Camila Vallejo, repitió tres veces la palabra “intensa” para describir la agenda del mandatario chileno, dejando ver que este podría no concurrir al cambio de mando en Argentina en diciembre, toda una tradición en la materia.
La embajada de Chile en Buenos Aires está vacante, justamente a la espera del resultado que se dio el domingo. Si bien todo indica que un diplomático de carrera de alta experiencia sería lo más apropiado, lo cierto es que se trata de una legación que requiere mucho manejo político, entendido como acceso directo a La Moneda del embajador. Aunque el comercio bilateral es marginal y la integración en infraestructura es siempre una promesa que suele concretarse más desde Santiago, existen disputas territoriales a la vuelta de la esquina, como la relativa a la plataforma continental y Campos de Hielo. A esto último, ciertamente, se añade la Antártica.
Al menos, en lo que se ha observado y se puede analizar, estos asuntos serían menos prioritarios para una administración más enfocada en desafíos como el narcotráfico en el norte de Argentina o en la búsqueda de puertos de exportación en el Pacífico. Tal como ocurrió con Macri.
Destinos de las principales exportaciones de Argentina, según el Observatorio de Complejidad Económica.
CONCLUSIONES. Es difícil que solo la defensa de la democracia liberal en el mundo y la promoción del libre comercio sirvan como ejes para sostener “una nueva doctrina de relaciones exteriores”. No obstante, marcan una diferencia propositiva respecto de lo que Argentina venía haciendo con sus acercamientos con regímenes autoritarios y su marcado proteccionismo.
Hay dos niveles en la política exterior, uno de diseño y otro de implementación, donde mide el éxito. Para ambos se necesita la concurrencia del Ministerio de Relaciones Exteriores, el cual Milei propone reorganizar mediante la profesionalización de la planta y reorganización administrativa. Es decir, se vienen despidos y recortes de destinos. Las culturas corporativas de las cancillerías no son fáciles de manejar y tienden, más bien, a ser reacias al cambio. Acá habrá un desafío no menor.
También hay que tomar en consideración que Milei tiene problemas internos muy grandes, como cumplir sus promesas que parten con anuncios de una ola privatizadora, que ya incluyó la petrolera estatal. Con un 40% de la población en la pobreza y un sistema político con la mayor fragmentación en cuatro décadas (gobiernos regionales y Congreso), el mandatario tendrá que dedicarse mayormente a tareas nacionales y no internacionales.
Su interés en el libre comercio y en la defensa del dólar, como moneda de estabilidad, se produce cuando la globalización económica sufre una creciente fragmentación y la influencia de la divisa estadounidense intenta ser socavada por países abiertos a transar en otras monedas, como lo venía haciendo Argentina.
Estados Unidos y la Unión Europea, en un mundo más competitivo, buscan más socios que no solo compartan intereses, sino también valores y enfoques de seguridad comunes. Acá se abre la mayor oportunidad para una Argentina de regreso a un lugar conocido.
Para Latinoamérica y Chile, en particular, habría que observar los primeros meses de Milei para ver si surge interés de trabajar con una región donde es muy difícil hacerlo, porque justamente se antepone la ideología o afinidad política a cualquier relación. En otro momento, Argentina podría haber mirado la Alianza del Pacífico como caso interesante, pero ya se vio cómo el bloque perdió fuelle cuando se atravesó el tema de Perú.
21 de noviembre de 2023
Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab
Foto: France Presse
[1] Milei, la única solución 2023. “Plan de Gobierno 2023-2027; La libertad avanza”.
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