COMENTARIO | Una mirada al proyecto que crea el Ministerio de Seguridad Pública

El proyecto de ley que propone la creación de un Ministerio de Seguridad Pública busca separar la función política del jefe de gabinete ministerial de la función técnica del encargado de la seguridad del país. Un aspecto positivo que le imprime el sello de política de Estado a la seguridad, sin embargo, resulta relevante analizar ciertos aspectos que debiesen estar presentes en la discusión parlamentaria con miras al éxito del proyecto. 

• El boletín ingresado plantea que esta nueva cartera será la colaboradora del Presidente de la República en materias de seguridad pública. Sobre eso, es menester precisar que el ministerio no es el colaborador del Presidente, sino que la institución mediante la cual el mandatario ejerce la conducción política de la seguridad. 

• Lo anterior resulta fundamental pues, la conducción de la seguridad implica responsabilidad y voluntad política para llevarla a cabo. Plasmar esto en el proyecto es un aspecto clave para poder hacerse cargo de la principal crisis que vive Chile. 

• El Presidente debiese elaborar y presentar lineamientos de seguridad que se transforme en la piedra angular para el desarrollo de una estrategia por parte de las instituciones pertinentes. De ahí que la expresión colaborar es menos adecuada que conducir.  

• En esa misma línea, se requiere dar una mirada en profundidad a la propuesta de Consejo de Seguridad Pública pues, si un aspecto clave dentro del proyecto es la coordinación con otras instituciones, más que Consejo de Seguridad Pública, se debiese considerar uno de Seguridad Nacional que esté sobre los ministerios bajo la autoridad del Presidente de la República con atribuciones para coordinar e integrar los esfuerzos nacionales en materia de Seguridad (externa e interna).

• En cuanto al control civil de las policías resulta relevante destacar que éste debe recaer en el Ministro no en el Subsecretario. Se comprende que éste recaiga en la segunda autoridad de la institución, cuando la primera, además ejercía el rol de jefe de gabinete. Con la creación de un nuevo ministerio específico para la materia la disyuntiva entre política y técnica se soluciona, por lo que quien debiese ejercer el control civil sobre las policías debiese ser el Ministro de Seguridad. 

• La cadena de mando es un aspecto crítico. Definir los mandos y evitar interferencias mutuas debiese estar en el centro del proyecto, pues de lo contrario, se podría fracasar en la conducción política que debe ejercer el Presidente. 

• En relación con lo anterior, las jerarquías y participación del delegado presidencial, gobernador regional, secretario regional y alcaldes, debiese quedar claramente definida con el fin de generar las sinergias necesarias y evitar las interferencias mutuas, que afectan la adecuada respuesta a los problemas de seguridad.

Reflexiones finales

El proyecto de ley que crea el Ministerio de Seguridad Pública hace un énfasis importante en el concepto de coordinar, entendiéndose que esta nueva institución será la articuladora de la respuesta del Estado en materia de seguridad pública.

Si bien existe la necesidad de contar con un ente articulador, esa responsabilidad no debiese recaer sobre un ministerio, toda vez que, éste, al igual que sus pares son los encargados de materializar la conducción política del Presidente en las distintas materias de interés nacional. Además, la articulación de la seguridad es una tarea que va más allá de la seguridad pública (ámbito interno de la seguridad nacional) pues, el Estado cuenta con todos los instrumentos de poder para brindar seguridad en su sentido amplio, a la población. Instrumentos de poder que deben ser utilizados con mayor o menor énfasis dependiendo el contexto de crisis (política y técnica). Por lo tanto, para poder materializar de manera correcta la articulación en materia de seguridad se debiese crear un sistema, dentro del cual tengan cabida todas las instituciones y con el fin de generar acciones preventivas, reactivas y sancionatorias, ese sistema debiese estar articulado por un ente dependiente directamente del Presidente (conductor político de la seguridad) y que cuente con el poder de integrar y coordinar la institucionalidad. De esa manera, el espíritu coordinador que trae el proyecto podría materializar de manera efectiva y eficiente. 

En ese escenario, las jerarquías entre las instituciones, unidades y servicios del Estado, así como con los gobiernos regionales y comunales es un asunto de gran relevancia. Integrar los distintos niveles del Estado es clave para un resultado exitoso, sin embargo, para alcanzar ese éxito, es necesario tener en cuenta las interferencias mutuas y crear un modelo de gestión que las evite. Se debe apuntar a la creación de sinergias.

El control civil debe ser ejercido por la máxima autoridad de la cartera. Es el Presidente a través de su Ministro quien ejerce la conducción de la seguridad, la que incluye también el mando político de las instituciones de orden y seguridad pública y quien ejerce ese mando político es el Ministro y no el Subsecretario.

La orgánica interna del Ministerio debiese abordar las principales debilidades que existen hoy en el Ministerio del Interior, con el fin de subsanar los problemas y diseñar una estructura liviana que permita poner en práctica los conceptos de integrar y coordinar, tan presente en todo el proyecto. El escenario de seguridad interior no es el mismo, por lo que mantener la misma estructura burocrática no será la solución. 

Finalmente, el proyecto debiese evidenciar claridad en la conducción política y en la rendición de cuentas que el Presidente debiese tener en esta materia. Los lineamientos de seguridad donde se exprese con claridad los lineamientos políticos en la materia debiese ser el documento rector para la estrategia y planificación de fuerza.  Definir la hoja de ruta es la única manera de comenzar a materializar esa coordinación. Esperamos que puedan corregirse a tiempo los aspectos necesarios para un mejor proyecto.