Ayer comenzó en Vilna, Lituania, la cumbre de líderes de los países miembros de la Organización del Tratado Atlántico Norte, OTAN. Como sucedió el año pasado en Madrid, la reunión está marcada por la guerra en Ucrania. Pero esta vez hay elementos que han cambiado el escenario de manera importante. Por un lado, se anunció la incorporación de Suecia a la alianza, una idea que hasta hace pocos meses parecía imposible con la negativa de Turquía a dar su aprobación. Ahora, Turquía cambió su posición, tras negociar asuntos relacionados con su proceso de incorporación a la Unión Europea y la adquisición de armamentos.
Con la incorporación de Suecia, la pesadilla de Vladimir Putin -que a su vez fue su argumento para invadir Ucrania- se materializa: Rusia enfrenta ahora una alianza fortalecida.
Quien ha manifestado su decepción por el curso actual de las cosas ha sido el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, quien esperaba que su país fuera incorporado a la OTAN y se encontró con promesas condicionadas al término de la guerra. Sin embargo, tan decepcionado no puede estar, considerando que sí ha recibido importantes anuncios de mayores contribuciones de las potencias a su arsenal en medio de su contraofensiva contra las fuerzas de ocupación rusas. Esto incluye las polémicas bombas de racimo que Estados Unidos prometió entregarle. ¿Qué puede esperarse de esta cumbre de la OTAN en tiempos de guerra?
Hoy conversamos al respecto con Juan Pablo Toro, director ejecutivo del think tank AthenaLab.
Fuente: Crónica Estéreo LT
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