La nueva Política de Defensa Nacional de Chile 2020 (PDN) tiene como propósito convertirse en una efectiva estrategia de defensa al relacionar en forma lógica y coherente, los medios de la defensa con los objetivos definidos a través de una forma específica establecida en el concepto estratégico para el empleo de la defensa y las orientaciones para el desarrollo de capacidades estratégicas. Adicionalmente, es innovadora al contemplar no solo las nuevas dimensiones del ciberespacio y el dominio espacial, sino que también por incorporar la naturaleza híbrida de las principales amenazas, los desafíos del impacto del medio ambiente y cambio climático, así como los efectos de las tecnologías disruptivas en la defensa nacional. A continuación, ofrecemos un análisis detallado.
Desde la perspectiva de su consenso y transparencia
Tras congregar a diversos actores relacionados con el sector y organismos del Estado afines para recibir sus aportes específicos, el Ministerio de Defensa elaboró el documento y lo sometió a la opinión particular de la Dirección Nacional de Fronteras y Límites y de las comisiones del Congreso, buscando que fuera funcional al nuevo sistema de financiamiento de la Defensa y del proceso de desarrollo de la fuerza que se deriva del mismo. El texto final fue aprobado por el Presidente de la República el 4 de diciembre de 2020 y, en forma inédita, la Contraloría General de la República tomó razón con fecha del 26 de abril de 2021.
Desde la perspectiva de su estructura: lógica y coherencia
La PDN en su estructura establece los siguientes capítulos principales:
En la introducción se precisan los “Principios de la Defensa de Chile”, como un elemento orientador de todo el trabajo, así como se especifica que la política cumplirá tres objetivos principales: Uno de carácter directivo, en la orientación de capacidades estratégicas y conducción política del sector, así como para la singular política militar subsidiaria. Un segundo objetivo de tipo explicativo, con el fin de informar a la comunidad internacional la postura nacional. Y un tercero de carácter informativo a la comunidad nacional, respecto del papel de la Defensa y su contribución a la seguridad y desarrollo del país.
Respecto del entorno para la Defensa se define la condición tricontinental de Chile, por su presencia en el continente americano, Oceanía y el continente Antártico. Así como se destaca el espacio aéreo y ultraterrestre. Adicionalmente, se establece un detallado estudio del impacto de las diversas regiones globales en el escenario de seguridad nacional, detallándose finalmente las potenciales amenazas que se deducen para nuestra realidad local. De ellas es importante destacar, por su aparición, impacto y coherencia con percepciones globales de otros Estados, las derivadas de la naturaleza híbrida de algunas amenazas, las referidas al cambio climático, ciberespacio y las propias originadas de tecnologías disruptivas.
Respecto de la Estrategia de la Defensa, se encuentran definidos los objetivos de seguridad externa, interna y de desarrollo, así como los propios para cada área de misión establecida (Defensa de la Soberanía e Integridad Territorial; Cooperación Internacional y Apoyo a la Política Exterior; Seguridad e Intereses Territoriales; Emergencia Nacional y Protección civil; y la Contribución al Desarrollo Nacional y a la Acción del Estado). De esta forma se encuentran explicitados los fines u objetivos a lograr, los medios a emplear y la forma de lograrlo. De cada objetivo, se desprenden tareas que dan forma y contenido al cumplimiento de cada uno y de estas las respectivas misiones a desarrollar. La forma de lograrlos —concepto esencial de toda estrategia— queda plasmado en el apartado que define el concepto estratégico de empleo de la defensa en cada una de las cinco áreas de misión anteriormente definidas. Respecto de las capacidades estratégicas, define siete áreas generales de capacidades, como un ordenamiento de las habilidades de la fuerza. Ellas son: la superioridad operacional; protección; inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR); mando y control integrado; movilidad y proyección; sostenibilidad; y despliegue territorial. De igual manera, se establecen las respectivas orientaciones para el desarrollo de capacidades estratégicas referidas a personal y entrenamiento; desarrollo de la fuerza; efectividad; polivalencia, polifuncionalidad y adaptabilidad; visión conjunta e integral superior; tecnología e industria de defensa; capacidades espaciales de la defensa; capacidades para generar inteligencia; capacidades de ciberdefensa; capacidad para enfrentar amenazas híbridas.
Un aspecto para destacar es la clarificación que las capacidades estratégicas no se limitan solo a las plataformas o medios materiales adquiridos y presentes en la fuerza, sino que necesariamente deben incluir la doctrina, organización, entrenamiento, información, sostenimiento e infraestructura y lo más relevante la capacidad del propio recurso humano, elemento fundamental y decisivo de superioridad en la capacidad estratégica. Todo lo anterior, por cierto, integrado en forma sistémica y sinérgica, como se explicita en el texto.
Finalmente, en este apartado es interesante destacar en la PDN, la intención de incrementar la coordinación interagencial a nivel nacional, así como potenciar y aumentar las capacidades nacionales para operaciones en ambientes multidominio en conflictos híbridos y operaciones de información, y finalmente los anhelos de potenciar las capacidades de anticipación, elaboración de escenarios, doctrina, y entrenamiento conjunto.
Respecto de la conducción de la defensa nacional, avances y desafíos se definen los desafíos de la conducción política de la defensa como instrumento militar, así como los propios de la conducción política institucional, destacándose la necesidad de lograr un mayor conocimiento y valoración de la defensa nacional en toda la sociedad.
Con todo, se aprecia una metodológica orientada en forma coherente y lógica, para orientar y obtener los resultados esperados y declarados en la presente política.
Aspectos novedosos y de futuro
En la PDN se observan aspectos y contenidos novedosos, cada vez de mayor impacto en los ámbitos de la seguridad y la defensa nacional a nivel global, como el carácter de los presentes conflictos de tipo híbrido, que tratan de operar bajo el umbral de un conflicto armado tradicional, al no configurar un ataque armado propiamente tal, pero cuyos efectos si podrían desencadenar el legítimo derecho a la defensa individual o colectiva de acuerdo a la Carta de Naciones Unidas, en su articulo número 51. Ello impone estudiar lo anterior y efectuar los ajustes necesarios en las capacidades estratégicas a definir.
Adicionalmente, es positiva la conceptualización de las dimensiones del conflicto y uso de la fuerza, incluyendo el ámbito del ciberespacio y el espacial. De esta forma, junto a lo terrestre, lo marítimo y aéreo, estas últimas dos dimensiones deben también orientar la formulación y adquisición de capacidades estratégicas nacionales. Así también, resulta interesante la inclusión de potenciales amenazas provenientes del impacto del medio ambiente y de los efectos del cambio climático, así como el impacto potencial de tecnologías disruptivas en nuestra seguridad y defensa nacional.
Consideraciones finales
Luego de revisar los contenidos de la PDN, tal como Athenalab lo ha hecho con diversas políticas de Australia, Brasil, Francia, Japón o Reino Unido, creemos necesario destacar los siguientes aspectos:
John Griffiths
Jefe de Estudios de Seguridad y Defensa de AthenaLab