Comentarios y Análisis
ANÁLISIS | Guerra Rusia-Ucrania: afectando la voluntad de lucha
Ucrania recibió esta semana una serie de ataques con misiles y drones rusos, que se concentraron principalmente sobre infraestructura crítica de energía eléctrica. Si bien este tipo de agresiones es relativamente habitual, la magnitud fue significativa, puesto que se trata de una de las mayores desde el inició de la invasión a gran escala que Moscú lanzó en febrero de 2022.
Banderas conmemorativas de caídos durante la guerra, plaza de Independencia (Maidan).
Ucrania recibió esta semana una serie de ataques con misiles y drones rusos, que se concentraron principalmente sobre infraestructura crítica de energía eléctrica. Si bien este tipo de agresiones es relativamente habitual, la magnitud fue significativa, puesto que se trata de una de las mayores desde el inició de la invasión a gran escala que Moscú lanzó en febrero de 2022. En esta oportunidad, los objetivos afectados incluyeron una represa en la región de Kyiv (Kiev) lo que hace recordar los daños sufridos por la represa de Kakhovka o Kajovka en junio de 2023[1], con la consecuente inundación de una gran parte de la región de Kerson, donde se registraron múltiples efectos destructivos y el desplazamiento obligado de varias comunidades.
El lunes 26 de agosto fueron más de un centenar de misiles de distinto tipo, junto a alrededor de 100 drones, los que se dirigieron hacia distintas ciudades ucranianas. Si bien la mayoría logró ser interceptado, algunos causaron graves daños y la pérdida de, al menos, siete vidas.[2] Al día siguiente, otro ataque se dejó sentir con resultados similares. Se estima que, por un lado, estas acciones pueden ser una represalia ante la invasión lanzada por Kyiv en territorio ruso hace un par de semanas[3] (Kursk), lo que ha sido la tónica ante victorias o avances importantes de las fuerzas armadas ucranianas, como sucedió a mediados de 2022 cuando Ucrania recuperó la región de Karkiv.
Aunque los embates no son permanentes, pues Rusia no cuenta con la capacidad de reponer stocks para sostener estas acciones con mayor regularidad, los ataques aéreos con misiles y drones son relativamente frecuentes y donde la infraestructura crítica energética de Ucrania constituye un blanco sostenido. Se estima que alrededor del 70% de la capacidad eléctrica ha sido afectada gravemente durante la guerra. Según un artículo publicado por The Economist[4] recientemente, sólo este año se han degradado unos 9 giga watts (GW) de los 36 GW de potencia que generaba antes del 2022. De lo perdido, estiman que Ucrania podría recuperar 2-3 GW reparando las plantas dañadas, pudiendo incrementar además la importación de energía eléctrica de 1,7 a 2 GW. Como se puede observar, el daño es masivo y tendrá repercusiones para el invierno boreal que se avecina a fin de año.
Este tipo de acciones, algunas de las cuales no pueden ser justificadas como necesidad militar si no que responde a la clasificación de crímenes de guerra[5], como la destrucción de un hospital de niños[6] o el bombardeo de hoteles, pueden estar dirigidas a afectar la voluntad de lucha de la sociedad ucraniana. Es decir, a través de la generación de miedo intentar transformar la vida de los ciudadanos ucranianos en algo complejo o miserable, con la intensión final de minar gradual y sostenidamente su voluntad de continuar la guerra. Otro objetivo, específicamente al impactar lugares como hoteles[7], podría afectar el apoyo o atención que existe sobre la situación que se vive en Ucrania. Lo anterior, dado que son edificios que emplean extranjeros para pernoctar, incluyendo periodistas que cubren la guerra o miembros de gobiernos extranjeros, así como organismos internacionales u organizaciones no gubernamentales.
No obstante los ataques, pareciera que el resultado ha sido totalmente contrario y se ha fortalecido la cohesión nacional ucraniana y el convencimiento de luchar hasta las últimas consecuencias, aunque el impacto en las personas es significativo e insoslayable. Al menos, es la percepción que uno se puede formar al visitar Ucrania y conversar con cualquier persona. Si bien un observador que visita Kyiv por primera vez podría —erradamente— concluir que la capital vive en normalidad, pues hay personas en las calles, los niños van a los colegios, los restaurantes y comercio siguen funcionando, etc., pero lo que existe está lejos de algo normal. Lo que viven los ucranianos desde 2022, es sólo una nueva cotidianeidad. Esto, porque cuando se observa con más cuidado y detalle, se logran identificar áreas dañadas por los ataques de misiles y drones; los monumentos históricos y patrimoniales están cubiertos para protegerlos; hay obstáculos para tanques en varios puntos de la ciudad; se registran cortes de energía que llegan en algunos lugares hasta 14 horas al día; existe toque de queda entre las 22:00 y 05:00; se observan lugares de alto impacto emocional como la plaza de Independencia (Maidan), donde hay desplegadas miles de banderas que recuerdan a los caídos en la guerra contra Rusia y los familiares los honran; y casi todos los días se producen alertas de ataques que obligan a los residentes a refugiarse en bunkers distribuidos en toda la ciudad. En síntesis, una nueva rutina que debieron adoptar por necesidades de supervivencia, pero que no afectó la voluntad de seguir adelante en la defensa de su soberanía.
No hay duda de que estas acciones ejecutadas por Rusia continuarán durante los siguientes meses, sobre todo al llegar el invierno en el hemisferio norte, pero no se evidencia que vaya a doblegar la determinación de luchar, al menos, en el corto y mediano plazo. Asimismo, aquellos ataques que están afectando objetivos protegidos por el derecho internacional humanitario, deberán generar las acciones que hagan efectivas las responsabilidades por los daños causados. Esto no es algo novedoso, pues cuando Alemania bombardeó Londres o los aliados hicieron lo propio sobre ciudades como Berlín y Dresden, con la intensión de obligar a gobiernos y población a capitular, el efecto de degradar la voluntad de la sociedad por seguir adelante, no se alcanzó o, al menos, no se logró dar fin al conflicto armado.
Del mismo modo, las potencias occidentales que apoyan el esfuerzo de la guerra de Ucrania, deben evaluar las restricciones impuestas para el uso de armas de largo alcance. Lo anterior, puesto que algunos de los lugares de lanzamiento de misiles y drones o pistas despegue de aviones rusos que participan en estos ataques, están dentro del rango de acción de armas como los ATACMS[8], por lo que podrían ser neutralizados u obligados a desplazarse a mayores distancias haciendo más complejos los ataques rusos. Además, todas las restricciones que han auto impuesto los países aportantes hasta ahora, con el tiempo han terminado levantándose por el peso de la realidad (HIMARS[9], tanques, aviones, sistemas antiaéreos de largo alcance, etc.) y la necesidad de supervivencia de Ucrania. El levantamiento de limitaciones para ataques más profundos—ya sea total o parcial— es una necesidad operativa que restringirá en parte la libertad de acción rusa. Por lo demás, ya Kyiv ejecuta acciones similares con medios propios (drones), pero sin el efecto que se podría alcanzar con la autorización occidental.
La experiencia acumulada los últimos dos años y medio, señala que las líneas rojas trazadas por Moscú no han resultado efectivas y Rusia no cuenta con la capacidad propia para escalar la guerra aún más —si no ya lo hubiera hecho— salvo que reciba apoyo sustantivo del exterior o emplee la amenaza nuclear. Esto último se estima no será aceptado por Estados Unidos, ni por China ni por India, ni por la mayoría de los países que integran el sistema internacional. Con esto, no se quiere afirmar que sea algo imposible, si no que está mucho más allá de lo tolerable y su eventual efecto podría ser catastrófico para el régimen ruso.
La guerra actual en Europa seguirá con altas probabilidades más allá del 2024 e, incluso, el 2025 y su desarrollo dependerá de tres factores que hemos identificado desde el inicio de la invasión en Athenalab[10]: la voluntad de luchar, al apoyo exterior para ambos beligerantes y el tiempo. Este último elemento corre en favor de Rusia, al menos, por ahora.
[1] AthenaLab. Seis apuntes sobre la destrucción de la represa Kajovka. AthenaLab, junio 2023. Disponible en: https://www.athenalab.org/analisis-seis-apuntes-sobre-la-destruccion-de-la-represa-de-nova-kajovka/
[2] Francesca Gillett y Will Vernon Seven killed in ‘most massive’ Russian air attack, Ukraine says. BBC, 26 de Agosto, 2024. Disponible en: https://www.bbc.com/news/articles/c3d90ke0ello
[3] Masalleras, Marcelo. Incursión ucraniana en Rusia. AthenaLab, agosto 2024. Disponible en: https://www.athenalab.org/comentario-incursion-ucraniana-en-rusia/
[4] The Economist. Russia’s vast stocks of Soviet-era weaponry are running out. 16 de julio, 2024. Disponible en: https://www.economist.com/europe/2024/07/16/russias-vast-stocks-of-soviet-era-weaponry-are-running-out
[5] Organización de las Naciones Unidas. Russian Federation’s Attack on Ukrainian Children’s Hospital ‘Not Only a War Crime’ but ‘Far Beyond the Limits of Humanity’, Medical Director Tells Security Council. ONU Press, 9 de julio, 2024. Disponible en: https://press.un.org/en/2024/sc15761.doc.htm
[6] Human Rights Watch. Russia’s July 8 Attack on a Children’s Hospital in Ukraine. HRW, 11 de julio, 2024. Disponible en: https://www.hrw.org/news/2024/07/11/russias-july-8-attack-childrens-hospital-ukraine
[7] Euronews. British national killed and six injured in Russian missile strike on Kramatorsk hotel. AP, 25 de Agosto, 2024. Disponible en: https://www.euronews.com/my-europe/2024/08/25/two-journalists-wounded-one-missing-in-russian-airstrike-on-hotel-in-ukraine
[8] Sistema Táctico de Misiles del Ejército de Estados Unidos, diseñado para disparar cohetes y misiles de artillería tierra-tierra sobre plataformas M-270 y HIMARS. Más información disponible en: https://www.lockheedmartin.com/en-us/products/army-tactical-missile-system.html
[9] Sistema de Artillería de Cohetes de Alta Movilidad de fabricación norteamericana, de gran flexibilidad, alcance, precisión, capaz de disparar cohetes y misiles de distinto tipo. Más información disponible en: https://www.lockheedmartin.com/en-us/products/himars.html
[10] John Griffiths y Marcelo Masalleras. Documento de trabajo Nº21 “A un año de la invasión de Rusia a Ucrania”. AthenaLab, febrero de 2023. Disponible en: https://www.athenalab.org/category/publicaciones/publicaciones-internas-es/documentos-de-trabajo/page/2/
Sobre el autor
Investigador senior AthenaLab
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