Comentarios y Análisis

COMENTARIO | Ucrania, mil días: Razones para que siga importando

En medio de la vorágine que significa la expansión de la crisis en Medio Oriente, los intentos de países europeos de contener el avance de la ultraderecha, y la inminente elección presidencial en Estados Unidos, Ucrania parece quedado relegada a un cuasi olvido mediático, pese a que el curso de la guerra genera material de titulares.  

18 de Octubre de 2024 Paz Zárate
Compartir
COMENTARIO | Ucrania, mil días: Razones para que siga importando


A casi mil días del inicio de la invasión rusa a gran escala, el presidente Vladimir Putin avanza en el este de Ucrania, mientras bombardea día y noche el resto del país. Aterroriza la población al atacar con misiles y drones objetivos civiles por excelencia, como el principal hospital nacional de niños. Envenena cursos de agua mediante desechos químicos, en un crimen de ecocidio que significa la exterminación no sólo de cultivos, sino de toda flora y fauna en grandes extensiones. Destruye infraestructura crítica, de modo que el tercer invierno de esta guerra sea aún más mortífero para los ucranianos por falta de agua portable, alimento, electricidad y calefacción. De paso, en Rusia asesina a sus oponentes y disidencias varias con impunidad total, y persigue y encarcela periodistas extranjeros por hacer su trabajo. Y todo esto, lo emprende con creciente relajo, pues el mundo ya no parece estar mirando sus crímenes.

Ante la indolencia global, el pasado septiembre, mismo mes en que se celebró la Asamblea General de la ONU, Rusia conquistó más territorio ucraniano que en cualquier mes desde marzo de 2022. El territorio ucraniano, por cierto, Putin lo reduce a escombros y tierra yerma antes de ocuparlo.

Entonces ¿por qué Ucrania no cede a Putin esta región del este (el Donbás), para obtener paz? Hay una razón poderosa, y es que la guerra en Ucrania no es un conflicto por territorio. El fin último de Putin no es simplemente apoderarse de recursos naturales, sino subsumir naciones enteras, una a una, bajo un modelo de Rusia imperial, recurriendo al terror para ello. El tipo de crímenes que su ejército comete mientras ocupa Ucrania da cuenta que lo buscado es la aniquilación del pueblo ucraniano y su identidad. Eso explica las matanzas a mansalva, los centros de tortura para infligir vejaciones inimaginables, el secuestro masivo de niños, y las falsas “elecciones” en favor de una anexión a Rusia que organizan en el Donbás los soldados rusos, que apuntan con armas a los votantes mientras entregan y recogen papeletas. Siendo ésta la naturaleza de esta guerra, resulta imposible para Ucrania dejar de pelear: ceder sería dejar de existir.

La contienda, entonces, es muy desigual. Rusia apuesta por una estrategia de largo plazo, pudiendo enviar al frente a jóvenes reclutas de escasa o nula formación miliar, así como a criminales sacados de la cárcel a cambio de indultos, e incluso a soldados norcoreanos. Las cifras de muertos o heridos de nacionalidad rusa superan los 600.000, según cifras de fuentes occidentales; y Putin parece estar dispuesto a sacrificar miles más. Ucrania, por su lado, aún con ayuda occidental, sólo sobrevive: sus fuerzas, mucho menores a las rusas, se desangran a diario en una guerra de desgaste; y además mueren a diario muchos civiles, debido a los ataques aéreos en todo el país.


El apoyo combinado de países occidentales hoy no alcanza para inclinar la balanza en favor de Ucrania: solo permite mantener una resistencia, mientras el tiempo corre a favor de Rusia. Dicho sea de paso, el apoyo que falta, y que obliga a Ucrania a ceder terreno de forma innecesaria, no significa únicamente armas o elementos de alta tecnología, por cierto. Ucrania necesita hoy cosas tan banales y sencillas como ambulancias, raciones de comida, prótesis para sus amputados, y ayuda para desminar sus campos, con tal de que sus ciudadanos puedan volver a trabajar la tierra sin temor a perder sus extremidades.

¿Y qué hay de las negociaciones de paz? Para Ucrania difícilmente pueden avanzar, estando en jaque su existencia. Para el Kremlin, no hay interés, pues en todo escenario sale ganando: mantiene a todo evento, en principio, su extensísimo territorio y, además, podría quedarse a perpetuidad con buena parte del fértil país del lado. Putin sólo negociaría si fuera innegable que va perdiendo, y sabe que el tiempo es aliado de su triunfo.

Ahora bien, hay que tener claro que el hecho que Ucrania siga existiendo como tal, no es un tema meramente de principios de derecho internacional, o de compasión ante el desastre humanitario que per se trae la guerra. Una victoria de Putin en Ucrania no significa, en absoluto, simplemente apoderarse de unas provincias por aquí, o de unos recursos por allá. Significa que se profundizará el retroceso de la democracia. Sus aliados son dictaduras que cometen crímenes de lesa humanidad; en Latinoamérica, Venezuela, Cuba, Nicaragua, o democracias al borde del golpe de Estado, como Bolivia. 

Una victoria de Putin en Ucrania significará, concretamente, nuevas guerras de conquista encabezadas por el líder rusos y sus socios en todos los continentes, afectando inversiones y comercio, incluyendo nuestra región (Venezuela ya redibujó en meses pasados el mapa sudamericano, anexándose administrativamente 2/3 del rico, pero desprotegido país del lado, Guyana; ahora sólo le falta poner soldados ahí).

Y finalmente, una victoria de Putin en Ucrania significará el desmantelamiento más profundo de la estructura internacional creada en 1945 para evitar la Tercera Guerra Mundial. Rusia está intentando utilizar el miedo a una escalada nuclear como arma; y eso puede conllevar una nueva era de proliferación nuclear global.

El precedente que sienta la guerra en Ucrania es crucial para el futuro del mundo. Por lo tanto, ayudar a Ucrania no es cuestión de “buenismo” o compasión, sino de interés estratégico en la estabilidad de las fronteras establecidas a nivel global, regional y local (Rusia y Bolivia firmaron hace tres meses una alianza tan amplia, que incluye la instauración de institutos para la enseñanza del ruso en todo el territorio boliviano).

Las amenazas se multiplicarán también en nuestra región e incluso en nuestro vecindario inmediato si Rusia no es contenida.

¿Desinterés en que Ucrania sea preservada? Ignorancia y ceguera, de alto costo posterior.

Paz Zárate, investigadora senior de AthenaLab
Kyiv, octubre de 2024

suscripcion

No te pierdas ninguna actualización

Suscríbete a nuestro newsletter de forma gratuita para mantenerte informado de nuestros lanzamientos y actividades.

Suscribirse