Comentarios y Análisis
ANÁLISIS | Cumbre de los BRICS: Mi mundo, tu mundo y el de los demás
Los líderes de los BRICS reunidos en Kazan en octubre (AFP).
Hace justo 10 años, Henry Kissinger advertía con tanta visión como preocupación que el mundo se encontraba ante la última oportunidad de reconstruir un sistema internacional con normas más o menos aceptadas por todos, como el que operó tras la Segunda Guerra Mundial. En su contra conspiraban cambios en los equilibrios de poder y las diferentes visiones sobre lo que es legítimo y lo que no.
Si los estadistas fracasaban en esta tarea, el precio a pagar no sería necesariamente una gran guerra —aunque no se podía descartar—, sino la emergencia de esferas de influencia bien delimitadas con estructuras internas propias y formas de gobierno particulares .
Una muestra de este fracaso se vio esta semana en la cumbre de los países BRICS en Kazan, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, más Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos.
En la declaración final destaca la aparición de “nuevos centros de poder”, lo que permite el advenimiento de un mundo “más justo, democrático y equilibrado”, un mundo donde, por ejemplo, se rechazan las sanciones unilaterales que no cuenten con aval de las Naciones Unidas, pero en el que no merece condena la invasión ilegal y no provocado de un país (no es lo mismo llamar a evitar una escalada). Claro, quién se iba a atrever a criticar al anfitrión, Vladimir Putin, justo cuando le daban una buena bocanada de oxígeno diplomático tras su aislamiento internacional.
Más allá de la retórica, lo que se confirma es la existencia clara de distintos mundos que convivirán en un mismo planeta, es decir, la fragmentación solo se agudizará. A continuación, un análisis:
UN MUNDO JUSTO. No es fácil inferir lo que significa un “mundo justo” para los BRICS+, más de allá de asumir que en este escenario Occidente, liderado por Estados Unidos, no tiene un rol preponderante en dar forma a los asuntos globales. Quienes realmente parecen ser la locomotora del grupo son China y Rusia, potencias revisionistas que están tomando acciones para socavar las reglas internacionales actuales que no se ajustan a sus intereses nacionales.
Aparte de la invasión a Ucrania, podemos agregar los hostigamientos a Taiwán y la ocupación de islas disputadas en el mar del Sur de China por parte de Beijing, así como los ataques directos e indirectos —a través de milicias afines— de Irán contra Israel. Aquí se enfrenta lo que Kissinger decía sobre el choque de visiones de lo que es legítimo, de donde deriva lo que se percibe como justo.
UN MUNDO DEMOCRÁTICO. Suena contraintuitivo tener tanto régimen autoritario, con excepción de Brasil, hablando de un “mundo democrático”. Realmente, conceptos como representativo o inclusivo serían más precisos si lo que se quiera es resaltar la idea de una gobernanza global más amplia. Alguien puede creer que Moscú y Beijing quieren ser pares de otras naciones a la hora de adoptar decisiones de gran alcance, aunque pretendan ser vistos como tales. Uno es una gran potencia global económica y el otro, una potencia regional militar con aspiraciones mundiales.
Nuevamente, si se omite al país sudamericano, los actuales BRICS+ son más bien un club asiático-africano. Aunque Lula da Silva se ausentó de esta cumbre por un “accidente doméstico”, hay que recordar que en la pasada trató de meter a Argentina por la ventana, pero la llegada de Javier Milei cerró esa posibilidad de ingreso.
Sería interesante saber también, aunque la opacidad de estos regímenes no lo permite, cómo interpretan sus poblaciones locales estos llamados por un mundo “democrático”, cuando esa palabra no aplica en casa. Una curiosidad, al respecto, es la no admisión de Venezuela en el grupo, pese a los deseos manifiestos de Nicolás Maduro, que cuenta con el aval de Putin, pero no con la venia de Lula. Según explicó su asesor internacional Celso Amorim, esto se debe a la difícil situación política que enfrenta ese país tras las elecciones.
UN MUNDO MÁS EQUILIBRADO. Sobre los “nuevos centros de poder” que debieran configurar un “mundo más equilibrado”, existen muchas interpretaciones, pero todas coinciden en que el mundo tiende a ser cada vez más multipolar en algunos aspectos, sobre todo en lo económico, pero también se advierte una nueva bipolaridad entre Estados Unidos y China, donde la analogía obvia lleva a admitir la existencia de una “Nueva Guerra Fría”.
Sin embargo, el tema central acá es qué se entiende por “equilibrado”, y aquí se vuelve al dilema kissingeriano. Básicamente, el equilibro a las BRICS+ parece surgir del reconocimiento de esferas de influencia bien dibujadas y donde no hay interferencia occidental ni militar ni política.
Otra forma de equilibrio para estos países parece ser la búsqueda del alejamiento de la hegemonía del dólar como moneda de referencia global. Esto, a través de mecanismos de intercambios financieros que permitan evadir las sanciones económicas que hoy son la herramienta más utilizada por Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Japón para castigar conductas disruptivas sin llegar al escenario bélico.
El reconocido economista Nouriel Roubini ha advertido que hoy atenta contra la primacía del dólar el hecho de que, justamente, el Departamento del Tesoro actúa cada vez más enfocado en aspectos de seguridad nacional, dando argumentos a quienes quieren desconectarse de las estructuras bancarias occidentales . Las compras masivas de oro para generar reservas y la masificación de criptomonedas son algunas de sus consecuencias concretas.
En Kazan se volvió a ventilar la idea de una moneda única de los BRICS+, exhibiendo un billete con banderas de los distintos países que integran el bloque, pero donde además aparecía México, que no hace parte del grupo y que tiene una balanza comercial increíblemente favorable con Estados Unidos, gracias a un tratado de integración que lleva 30 años en marcha. Ahora bien, el dinero es un medio de comunicación simbólicamente generalizado, así que el billete en cuestión no sería más que un mensaje. El empleo de una moneda única por varios países, como enseña la experiencia del euro, es una tarea compleja y requiere de cesión de soberanía económica, creación de estructuras como un banco central común y la entrega de beneficios concretos para sus usuarios en el día a día. Esto se ve lejano y, más bien, poco realista.
CONCLUSIONES. Finalizada la cumbre de los BRICS+, se puede afirmar que no debe subestimarse el potencial de este grupo de países unidos por el interés de desafiar a Occidente, pero tampoco debe sobreponderarse su capacidad real para conseguir objetivos. Existen evidentes contradicciones entre sus discursos y acciones que no deben dejarse pasar de vista.
A su favor juega el interés de más países de sumarse al bloque y la presencia de sectores dubitativos y aislacionistas en Estados Unidos y Europa, respecto del rol global que han venido jugando por siglos. No obstante, la “decadencia de Occidente” es parte de una narrativa negativa, que se rebatió con el caso de Ucrania, cuando la unidad y la disposición a ayudar se manifestó rápidamente, rebatiendo los cálculos del Kremlin.
Lo peligroso de este grupo es que también se presente una fracción de ese engendro llamado “Sur Global”, una definición que parte por no respetar la geografía, ya que se considera que en su interior caben países que están en el hemisferio norte y se excluye a algunos del sur, como Australia; esto, como maniobra para ganar peso diplomático vía más adhesiones, sin establecer requerimientos de membrecía.
Parece mucho más sensata la propuesta de John Ikenberry, que en un reciente artículo da cuenta de la emergencia de un Occidente Global, donde concurren Estados Unidos, Europa y otros socios; un Oriente Global, dado por la alianza de China y Rusia; y un Sur Global, un grupo amorfo y sin mayor coherencia interna, donde sí caben países como India y Brasil. En este escenario, por supuesto, los dos primeros compiten por atraer al último.
Países que promueven el orden internacional basado en reglas, cuentan con economías abiertas y se gobiernan democráticamente, como Chile, no tienen nada que hacer en el BRICS+ y menos aceptar su versión de Sur Global. Todo lo anterior, más bien, nos lleva a estar más cerca de Occidente Global, o mejor aún, a adoptar la visión de un Indo-Pacífico Libre y Abierto, que justamente consiste en estos pilares.
Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab
24 de noviembre de 2024
Fotos: France Presse
Temas relevantes
Foreign PolicyNo te pierdas ninguna actualización
Suscríbete a nuestro newsletter de forma gratuita para mantenerte informado de nuestros lanzamientos y actividades.
Suscribirse