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Nueva misión de la ONU en Haití: Kenia asume el liderazgo; Sudamérica toma distancia

3 de Octubre de 2023
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Nueva misión de la ONU en Haití: Kenia asume el liderazgo; Sudamérica toma distancia

Ante la ola de violencia desatada por las pandillas, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó por medio de una resolución, con 13 votos a favor y dos abstenciones (Rusia y China), el despliegue de una nueva misión en Haití, la cual liderada por Kenia buscará intentar estabilizar, nuevamente, la empobrecida nación caribeña[1].

La resolución aprobada el lunes fue promovida principalmente por Estados Unidos y abre la puerta para el ingreso de fuerzas extranjeras por un año prorrogable, medida que el gobierno haitiano había pedido hace meses, puesto que la policía haitiana no tiene la capacidad para enfrentar a las peligrosas bandas criminales.

Tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021 por un comando de mercenarios, en una oscura trama que involucraría a poderosos políticos y empresarios implicados en el tráfico de drogas, la nación más pobre de América navega a la deriva.

Citando cifras entregadas por Naciones Unidas, Human Rights Watch, en su informe “Viviendo una pesadilla”[2], sostiene que las pandillas asesinaron a más de 2.000 personas entre enero y junio de 2023, un aumento del 125% en comparación con el mismo periodo de 2022. También se registraron 1.014 secuestros en el mismo lapso y decenas de miles de desplazamientos forzosos en barrios disputados.

En este escenario, la implementación y proyección de la nueva misión de la ONU se ve muy compleja. A continuación, un breve análisis.

TERRENO CONOCIDO. Los distintos reportes de prensa coinciden en destacar el poco o nulo interés de regresar a Haití por parte de los países de Sudamérica, que durante 2004 y 2017 lideraron el esfuerzo de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), como Brasil, Chile y Argentina.

Quienes estuvieron en terreno pueden constatar que la misión ayudó a reducir la violencia, permitió la continuidad de los procesos electorales y creó el ambiente para un pequeño progreso económico. Sin embargo, también tuvo aspectos que dañaron su reputación entre la población local, como la introducción de cólera por parte de soldados nepalíes y los abusos sexuales cometidos por algunos cascos azules.

De todas formas, el terremoto de 2010 fue el factor principal que desbarató gran parte de los logros alcanzados en el país. Con más de 200.000 muertos, su capital y la economía quedaron en la ruina.

A la hora de los balances, la Minustah sirvió para muchas cosas, como crear lazos entre ejércitos vecinos marcados por la rivalidad y la adquisición de experiencia en entornos urbanos hostiles para las tropas, aunque muchos soldados terminaran cumpliendo un rol más bien policial. No obstante, es imposible no admitir que el despliegue extranjero fue solo paliativo, ya que su partida supuso el regreso de la violencia con creces. Esto explica las dudas sobre el alcance efectivo de una nueva misión.

A lo anterior se suma el hecho de la ola de criminalidad que afecta a Sudamérica, que ha obligado a gobiernos ­(que no solían hacerlo), a desplegar militares en tareas de control del orden público, como Ecuador, Perú y Chile[3], o emplearlos en los cada vez más frecuentes desastres naturales, todo esto con posterioridad a la pandemia. A diferencia de 2004, se trata de fuerzas altamente sobre exigidas y con problemas presupuestales. 

El Comando Sur de Estados Unidos (Southcom), siempre interesado en Haití, probablemente sea el encargado de canalizar los US$ 100 millones que el gobierno del presidente Joe Biden pretende asignar al Pentágono para esta tarea, más otros US$ 100 millones para el Departamento de Estado. Por cierto, la situación en el Congreso está muy complicada para el líder demócrata.   

LIDERAZGO AFRICANO. Uno de los aspectos más llamativos de esta nueva misión es el interés de Kenia de liderarla, para la cual pedía una resolución de Naciones Unidas.

El despliegue de unos 1.000 soldados, que debería concretarse a partir del 1 de enero de 2024, tendrá como objetivos proteger la infraestructura crítica e instalaciones del gobierno y, a su vez, atacar a los grupos criminales, donde encontrará resistencia segura.

“Esto será una fuerza de intervención. Se trata de fuerzas que necesitarán ir a desarmar a los matones y las pandillas”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Kenia, Alfred Mutua, en entrevista con BBC[4].

Mutua sostuvo que no prevé mucha violencia, porque hasta ahora los delincuentes actúan porque nadie puede superarlos y porque no cuentan con apoyo popular.

Las fuerzas kenianas tienen experiencia en misiones de seguridad y estabilización, ya que son parte del contingente de la Unión Africana en Somalia desde 2011. Asimismo, se encuentran combatiendo al grupo terrorista somalí Al Shabab, ligado a Al Qaeda, que desde sus bastiones lanza incursiones fronterizas cada vez con más frecuencia.

Más allá del idioma, los kenianos hablan inglés y no francés o creole, quizás la mayor dificultad que se encuentren en Haití será moverse en los verdaderos laberintos que conforman sus ciudades. Algo de ayuda podrán prestar los efectivos de Bahamas, Jamaica y Antigua y Barbuda, que podrían sumarse al contingente.

RIVAL MÁS FUERTE. Existen dos federaciones de pandillas que dominan el panorama criminal de Haití y cuyas disputas son la gran fuente de violencia. Por un lado, se encuentra G9 and Family y, por el otro, GPEP, ambas conectadas con movimientos políticos. Según un reportaje de CBS, solo en Puerto Príncipe habría unos 20.000 pandilleros[5].

No obstante, el principal actor es el líder criminal Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, sobre quien ya recaen sanciones financieras y restricciones de viajes internaciones por atentar contra la seguridad de Haití y cometer toda clase de delitos con su banda G9 y los aliados de turno.

Las “tropas” de Chérizier, por ejemplo, han bloqueado terminales clave para el desembarco de combustibles y alimentos en el país caribeño, logrando paralizar la economía de la capital y demostrando su enorme poder territorial. De este modo, se puede observar que G9 o GPEP actúan como verdaderas insurgencias criminales, algo que se testimonia en México con el Cartel Jalisco Nueva Generación o en Brasil con el Primer Comando Capital.

En declaraciones a Al Jazeera, el expolicía, que suele presentarse como un revolucionario que lucha por la soberanía de su país, ha prometido combatir “hasta el último respiro” a las fuerzas extranjeras que cometan abusos[6].

CONCLUSIONES. La llamada “misión multinacional de apoyo a la seguridad” de Haití”, que se conforma siguiendo el Capítulo VII de la Carta de la ONU, mediante la cual el Consejo puede autorizar el uso de la fuerza después de que se hayan agotado todas las demás medidas para mantener la paz y la seguridad internacionales, enfrenta enormes desafíos.

La voluntad de Kenia, un país del este de África que mira al Índico, por involucrarse en esta nación caribeña resulta interesante, pero altamente riesgosa, dadas las experiencias del pasado. Los 1.000 soldados no parecen ser suficientes y las posibilidades de conseguir logros sostenibles en el mediano plazo son difíciles. Aunque los haitianos sean afrodescendientes que se independizaron en 1804, quizás el objetivo de Nairobi tiene que ver tanto con su capacidad de proyectarse lejos de su entorno inmediato como con el ejercicio de la responsabilidad de proteger.

Esto también llama, una vez más, a poner atención en países o potencias extracontinentales que están aumentando su presencia en América Latina y el Caribe, lo que incluye inversionistas chinos y sauditas, diplomáticos europeos, militares iraníes, espías rusos, etc.

Tanto la experiencia pasada de los sudamericanos como sus actuales crisis de inseguridad no crean ninguna posibilidad ni conveniencia de un despliegue de militares en la nación caribeña. Sin duda, una medida en tal dirección sería altamente impopular. Por eso, las asesorías puntuales o el entrenamiento de efectivos haitianos se ven como opciones más plausibles.

Para nadie es bueno que exista un Estado fallido en la región ni en ninguna parte, puesto que en el mundo globalizado la posibilidad de exportar inseguridad es alta a través de la expansión de grupos criminales más allá de las fronteras y por los flujos migratorios irregulares masivos. La opción de dejar a Haití a su suerte parece haber concluido nuevamente, como siempre, por el momento.    

Juan Pablo Toro V.
Director ejecutivo de AthenaLab, quien realizó coberturas en Haití e en dos oportunidades.

3 de octubre de 2023

Fotos: France Presse


[1] https://news.un.org/es/story/2023/10/1524557

[2] https://www.hrw.org/es/report/2023/08/14/viviendo-una-pesadilla/haiti-necesita-una-respuesta-urgente-y-basada-en-los

[3] Entre 2004 y 2017 unas 12.000 tropas chilenas pasaron por Haití.

[4] https://www.bbc.co.uk/sounds/play/p0ggz781

[5] https://www.cbsnews.com/news/haiti-un-mission-international-force-kenya/

[6] https://www.aljazeera.com/news/2023/8/17/haitian-gang-leader-warns-potential-foreign-force-against-any-abuses

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