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COMENTARIO | Chile bajo fuego: Muchos recursos, falta estrategia

29 de diciembre de 2023
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COMENTARIO | Chile bajo fuego: Muchos recursos, falta estrategia

La temporada de incendios 2023-2024 comenzó con el anuncio de una enorme inyección de recursos públicos y privados por un total de US$ 310 millones, que se traducirán en el despliegue de más de 7.000 brigadistas y 140 aeronaves de todo tipo[1], en previsión de las altas temperaturas que podrían registrarse este verano.

Mientras las principales empresas forestales fueron poco optimistas al apuntar al factor de la intencionalidad que está detrás de muchos de los siniestros, desde la Corporación Nacional Forestal (Conaf), dependiente del Ministerio de Agricultura, anunciaron que Chile “está preparado”[2].

Debido a la frecuencia y extensión que están alcanzando los incendios forestales, así como a la magnitud y complejidad de las operaciones para combatirlos, resulta oportuno volver a revisar el carácter de esta amenaza a la seguridad, que AthenaLab calificó de “subvalorada y permanente”[3] hace cuatro años en un documento de trabajo, en cual se comparó la experiencia local con casos de Australia, Estados Unidos (California) y Portugal.

CAMBIO CLIMÁTICO. El cambio climático se manifiesta de variadas formas y con distintas velocidades, pero en cuanto a los incendios forestales, no parece haber dudas sobre su incidencia; las mayores temperaturas y menor humedad del aire son factores que hacen más propensos los siniestros, en la medida que la madera está más seca.

Como afirma John Valliant, autor de Fire Weather: “Este no es el planeta Tierra tal como lo encontramos. Es un nuevo lugar, un planeta de fuego que hemos creado, con una atmósfera más conductiva para la combustión que en cualquier momento de los últimos tres millones de años”[4].

En el caso de Chile, existe una clara tendencia hacia la reducción del promedio de las precipitaciones de la zona central y centro sur hacia el año 2050, y la previsión es que se darán aumentos significativos de temperaturas de al menos 1 °C en casi todo el territorio continental en el mismo período[5].

Según la actualización del Catastro de los recursos vegetacionales nativos de Chile, de la Conaf[6], la superficie total de formaciones vegetacionales correspondía en 2021 a 18.030.735 hectáreas (23,8% del territorio nacional), desglosadas en 14.737.485 hectáreas de bosque nativo, 179.125 hectáreas de bosque mixto y 3.114.125 hectáreas de plantaciones forestales.

Producto de que el país cuenta con condiciones ventajosas para el desarrollo de una industria forestal competitiva, lo que incluye una combinación de superficie boscosa, cercanía entre los predios y puertos de exportación, y rapidez de crecimiento de especies para su explotación, hoy el 7% de las exportaciones de Chile son forestales, y el sector representa el 2% del producto interno bruto, mientras los empleos generados representan el 3,5% del total nacional[7].

A su vez, en Chile los incendios forestales han experimento un alza en cuanto a número y magnitud de las hectáreas consumidas, como demuestra el siguiente gráfico de la Conaf construido sobre la base de estadísticas históricas.

Fuente: Estadísticas históricas de Conaf. Disponible en: https://www.conaf.cl/incendios-forestales/incendios-forestales-en-chile/estadisticas-historicas/

MANEJO DE DESASTRES. Quienes manejan desastres suelen dividir el evento en dos momentos de manera conceptual. Uno, a la izquierda del “estallido” o boom que crea el desastre, y otro, a la derecha. En el primer lado están todos los esfuerzos de prevención y protección para demorar o esquivar la llegada del desastre. En el otro, todas las actividades para responder al desastre, recuperarse y ganar más resiliencia de cara al futuro.

Debido a la mayor frecuencia de los desastres, lo recomendable es admitir que nunca la sociedad estará totalmente preparada para evitarlos. Al aceptar que incluso la mejor preparación fallará, lo importante es que el ingreso al lado derecho del estallido sea menos dañino o que tenga menores consecuencias. Esto requiere establecer mecanismos para monitorear y comunicar el desastre cuando se desata y crear las estructuras necesarias para reforzar una respuesta unificada. «Un desastre llega cuando la crisis no es apropiadamente abordada y se presenta una consecuencia horrorosa”, advierte Juliette Kayyem[8], exsubsecretaria de Asuntos Intergubernamentales del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.

Reoccurring disaster framework. (Juliette Kayyem)

Left of the boom BOOM Right of the boom

ATAQUE AL FUEGO. En el caso de los incendios forestales, el combate se realiza por tierra, donde concurren brigadistas y maquinaria, y por aire, donde se combinan aeronaves de ala fija y variable en tareas de vigilancia y control. También podría incluirse el dominio del espacio en caso de existir monitoreo satelital, lo que en efecto ocurre cuando los siniestros adquieren gran magnitud y amenazan poblaciones enteras.

La Conaf aportará esta temporada con 3.300 brigadistas, que se distribuirán en unidades convencionales, nocturnas, aerotransportadas y de apoyo logístico. A su vez, el sector privado, principalmente representado por Arauco y CMPC, aportará con 3.600 más, llegando a un total cercano a los 7.000 efectivos, lo que equivaldría a la movilización de dos divisiones del Ejército. Esto, sin contar con el aporte eventual de Bomberos y de las Fuerzas Armadas.

En cuanto a las aeronaves, fundamentales para el ataque rápido, la flota es muy diversa. Incluye desde aviones C-130 Hércules hasta AT 802 Air Tractor. Respecto de los helicópteros, la diversidad es aún mayor, ya que se pueden mencionar Chinook CH-46, Súper Pumas AS332, Bell 212 y 214, y Kamov Ka-32, entre otros. La mayoría de estos equipos, que se arriendan de forma estacional a empresas nacionales y extranjeras, ya se concentran entre las regiones del Biobío y La Araucanía.

Entre los actores involucrados, por ejemplo, CMPC tiene instalado un centro de comando y control en Los Ángeles, desde donde puede acceder a un panorama situacional consolidado, con un software llamado Gesfire, que le permite observar en detalle y proyectar el comportamiento del fuego y, a su vez, monitorear sus unidades en terreno. Sus prioridades a la hora de atacar incendios son la protección de poblaciones, luego de actividades industriales y, finalmente, plantaciones.

El manejo de cada incendio tiene su propio comandante. Por parte del Estado, la Conaf es la institución encargada de los siniestros forestales y reporta su accionar al Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres. Este año, el sector público ha destinado US$170 millones para la temporada, un aumento del 47% del presupuesto respecto al período anterior. Los privados, que destinarán US$140 millones, se coordinan con el organismo, asumiendo que no solo combaten los incendios que afectan sus predios, sino que muchos otros en un trabajo cooperativo no siempre reconocido.

FACTORES LOCALES. Aparte de las condiciones climáticas y geográficas, hay ciertos factores que han confluido en convertir a los incendios forestales, en el sentido amplio, en un arma para atentar contra las empresas forestales y esconder el robo de madera. Es decir, la intencionalidad es una pieza clave.

En 2.400 incendios investigados por Conaf en el período 2022-2023, se determinó la intencionalidad en 31% de los casos, mientras que el resto se atribuyó a la negligencia o descuido.

Ahora bien, la consultora de urbanismo Atisba se centró en lo ocurrido entre el 1 y el 26 de febrero de 2023, un período dramático, puesto que en cinco regiones del sur se quemaron 365.350 hectáreas de plantaciones forestales y cultivos, lo que dejó 26 personas fallecidas y 2.406 viviendas destruidas. Ocupando datos oficiales de la Conaf, obtenidos del Sistema de Información Digital y Control de Desastres, se estableció que el 48% del fuego fue generado de forma intencional, y ese porcentaje superó el 60% en 25 comunas.

También pudo establecer una correlación con la violencia que afecta a la macrozona sur, puesto que las comunas que reúnen los índices más altos de intencionalidad coinciden con los sectores más afectados por la acción de grupos radicales.

Aunque es difícil detectar los orígenes de los incendios, porque muchas veces la evidencia se convierte en cenizas, la experiencia recogida demuestra que se puede presumir su carácter intencional cuando estos comienzan en la orilla de caminos o en pendientes ascendentes hacia plantaciones; cuando se presentan focos simultáneos en tiempo y lugar; cuando se encuentran acelerantes, y cuando se producen a una hora en que las aeronaves no pueden operar para responder rápidamente la emergencia. 

Los factores que se relacionan, más bien, con la negligencia tienen que ver con la falta de despeje de vegetación cerca de líneas de alta tensión eléctrica, que debe ser labor de las empresas que las administran, y la acumulación de material combustible natural en los bosques que se puede eliminar con acciones de limpieza, que incluyen quemas controladas.

Foto: Avión cisterna en Ninhue febrero 2023 (France Presse).

FALTA DE ESTRATEGIA. Todo este destacable esfuerzo público-privado, que cada año crece en presupuesto y activos, pareciera colocar su énfasis en los planos tácticos y operacionales del combate a los incendios forestales, abordando aspectos que van desde la prevención hasta el ataque directo al fuego. Es común ver a gobierno y empresas haciendo anuncios públicos para demostrar su compromiso en la materia cuando llega la temporada estival.

No obstante, la mayor frecuencia y magnitud de los incendios forestales, junto a factores naturales asociados al cambio climático y factores humanos relacionados sobre todo con la intencionalidad, lleva a preguntarse si va siendo hora de desarrollar una estrategia país, la que, por supuesto, incluye hacerse interrogantes sobre los medios, objetivos y sentido del esfuerzo que llega a los US$ 310 millones esta temporada, entre aportes públicos y privados.

Por ejemplo, el llamativo despliegue de aeronaves nunca va asociado a la pregunta de si es más conveniente tener aviones que transporten grandes cantidades de agua y que no sean muy maniobrables o si son mejores muchos helicópteros altamente versátiles, pero con capacidad de transporte limitada, o bien tener una flota mixta. Tampoco aparece en el debate la necesidad de adquirir aeronaves especializadas y permanentes, como los DHC-515 Firefighter, lo mejor del mercado, según especialistas.  

Hasta ahora, la opción de arriendo de unidades diversas y disponibles parece preferible en términos de costo-beneficio, aunque con las estaciones del año cada vez más diluidas o menos marcadas, la aparición de incendios ya se ha dado en meses de otoño y primavera, no siendo exclusivos del verano. Además, siempre existe la posibilidad de comprar equipos modulares para combatir incendios y que son compatibles con plataformas existentes de las Fuerzas Armadas.

¿Cómo interactúan los incendios, ataques a empresas forestales (personal, maquinaria, predios) y robo de madera? Si el factor de intencionalidad parece estar altamente presente en un tercio de los casos, la persecución penal contra los autores debería ser un objetivo prioritario de una estrategia integral para reducir los siniestros. Lo mismo de quienes atentan contra los brigadistas o contra las torres de comunicación de las forestales, afectando el monitoreo de predios.

Tampoco se parece plantearse el desarrollo de unidades altamente especializadas, más grandes y robustas, con entrenamiento y recursos permanentes, para que puedan desplegarse todo el año, como es el caso del Departamento Forestal y de Protección contra Incendios de California, más conocido como CalFire, y que tiene una reputación bien ganada en el combate al fuego. Recientemente, CalFire introdujo herramientas de inteligencia artificial para que cámaras remotas manejadas por un software puedan identificar anomalías y reportarlas antes de que se conviertan en incendios con potencial destructivo[9].

Quizás la interrogante mayor es si los megaincendios forestales deben ser considerados como una amenaza a la seguridad nacional, en la medida que ponen en peligro a la población, su desarrollo y bienestar, como manifestación temprana y evidente del cambio climático.

Para lidiar con este tipo de realidades, Jeff Schlegelmilch, autor de Rethinking readiness, propone lo que se llama una “estrategia emergente”[10], la cual permite tener planes que puedan operar bajo dinámicas de incertidumbre. Este tipo de estrategia se concentra en tres pasos prioritarios:

  1. Definir el juego: Definir los objetivos y los espacios dentro de los cuales se va a operar.
  2. Identificar el criterio de capacidades necesarias: Determinar las necesidades de la organización para poder actuar dentro del espacio en cual opera.
  3. Estimular la acción: Invertir en el desarrollo de la organización y en sus capacidades.

Varios de estos aspectos parecen estar incorporados en los planes de la Conaf y de las empresas forestales, pero es muy diferente contar con una estrategia integral para reducir la incidencia de los incendios forestales y minimizar el daño una vez que ocurren. Como advierte Vaillant, cada día el mundo se acaba para alguien producto del fuego.

Juan Pablo Toro
Director ejecutivo de AthenaLab
29 de diciembre de 2023

Foto principal: France Presse

*Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de AthenaLab.


[1] El Mercurio. “US$ 140 millones y más de 140 aeronaves: la inversión histórica de cara a una nueva temporada de incendios forestales”, Guillermo Acevedo, Cuerpo B Economía y Negocios, 17 de diciembre de 2023, página B14.

[2] La Tercera. “Incendios: Chile preparado”, Christian Little, director ejecutivo de Conaf, 23 de diciembre de 2023, página 4.

[3] AthenaLab. Documento N.° 6: “Incendios una amenaza permanente y subvalorada”, enero de 2020.

[4] Vaillant, J. (2023). “Fire Weather: A True Story from a Hotter World”. New York: Knopf. Kindle Edition.

[5] Castilla, Meza; Vicuña, Marquet y Montero eds. (2019). “Cambio climático en Chile”. Santiago: Ediciones UC, p. 97.

[6] Conaf (2021). Catastro de los recursos vegetacionales nativos de Chile, p. 23. Disponible en: https://sit.conaf.cl/varios/Catastros_Recursos_Vegetacionales_Nativos_de_Chile_Nov2021.pdf

[7] Datos obtenidos del sitio web de la Corporación Chilena de la Madera. Disponible en: https://www.corma.cl/bosques-y-madera/

[8] Kayyem, J. (2022). The Devil Never Sleeps: Learning to Live in an Age of Disasters. New York: Public Affairs, p. 16.

[9] CNN. “How California is using AI to snuff out wildfires before they explode”. 23 de septiembre de 2023. Disponible en: https://edition.cnn.com/2023/09/23/us/fighting-wildfire-with-ai-california-climate/index.html

[10] Schlegelmilch, J. (2020). Rethinking Readiness: A Brief Guide to TwentyFirstCentury Megadisasters. Columbia University Press: New York, p. 108.

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