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COMENTARIO | Después del rompehielos “Almirante Viel”: La construcción naval no se detiene
Con 10.500 toneladas de desplazamiento, 111 metros de eslora, 21 de manga y un costo de US$ 221 millones, la Armada Chile incorporó esta semana el nuevo rompehielos “Almirante Viel”, ampliando así sus capacidades para operar en el continente antártico.
“Este rompehielos fortalecerá la presencia de Chile en la Antártica, región con la cual nuestro país tiene un inalterable compromiso y proyección que nos demanda custodiarla y preservarla para la ciencia y la paz”, dijo el vicealmirante Leonardo Chávez, director general de los Servicios de la Armada en la ceremonia de incorporación del 3 de julio en Talcahuano.
Sin duda, este es uno de los proyectos público-privado más importante y emblemáticos del país, que da cuenta de dos aspectos relevantes para estos tiempos: en primer lugar, que el país posee una Base Industrial Marítima para la Defensa (BIMD) madura y capaz de enfrentar desafíos tecnológicos complejos, que le permiten aportar a la alicaída economía nacional; y, en segundo lugar, demuestra el interés del Estado en dotar de medios capaces a las instituciones de la defensa, para lograr sus objetivos, en este caso resguardar los intereses nacionales en el continente blanco.
La construcción naval en Chile debe ser estudiada como una de las alternativas que tiene el país para fomentar su economía y mejorar su capacidad de Investigación y Desarrollo (I+D). Este buque de última generación fue construido mediante una alianza entre la Armada, como usuario final, los Astilleros y Maestranzas de la Armada (Asmar), como constructor, y VARD Marine, empresa canadiense, como proveedores del diseño e ingeniería básica. Esta asociación permitió en cerca de diez años —tiempo normal de este tipo de proyectos— determinar los requerimientos, diseñar y, finalmente, construir este buque, que es quizá el desafío tecnológico más importante asumido por el astillero estatal.
En la ceremonia, el presidente Gabriel Boric aseguró que esta semana recibió una primera versión de la Política Nacional de Construcción Naval, “cuyo objetivo es llevar adelante un programa industrial sin precedentes, que busca el desarrollo y fortalecimiento de la industria nacional mediante alianzas público-privadas, fomentando la investigación, el desarrollo de tecnologías y el perfeccionamiento de nuestra mano de obra”. Aunque no hizo anuncios ni compromisos específicos en la materia.
Es que el “Viel”, además de ser un rompehielos, es un buque de investigación científica con laboratorios y sensores de última generación, que permite sostener a 30 científicos en forma permanente. A esto, se le suma su capacidad para reabastecer logísticamente las bases nacionales y de países amigos, con una capacidad de cargas de 19 contenedores 400m3 de carga general y 400m3 de combustible. Aparte de que más de la mitad de inversión en este buque quedó en el país, la industria nacional demostró que posee una BIMD capaz de enfrentar desafíos tecnológicos importantes y que, sustentada bajo políticas de largo plazo, como el Plan Nacional Continuo de Construcción Naval, puede, además de proveer al país de los buques que la Armada necesita para el resguardo de los intereses nacionales en el mar y generar una importante fuente de negocios, cuyos beneficios se extienden a los campos industriales y de I+D, al incorporar tecnología nacional en los buques de la Armada.
Por otra parte, la certificación como rompehielos PC-5 permitirá que el “Viel” realice campañas científicas por un período cercano a seis meses, de octubre a marzo, incluso más allá del Círculo Polar Antártico, llegando incluso a la isla Alejandro I y mar de Ross. Su casco reforzado le permitirá operar en zonas con hielo de hasta 1 metro, habilitándolo para participar en labores de búsqueda y rescate durante todo el año en el sector de las islas Shetland del Sur, considerando el aumento del turismo antártico. Estas nuevas capacidades, que casi doblan al rompehielos “Viel” anterior, le reforzarán la presencia de la Armada en el continente blanco. Operando en conjunto con el nuevo remolcador de alta mar “Lientur” y el patrullero oceánico “Fuentealba”, todos de la Armada y basados en Punta Arenas, permitirán al Estado ejercer soberanía en un área donde se está comenzando a sentir la disputa internacional a pesar de los tratados vigentes, ayudando de esa forma a custodiar los intereses nacionales en el cono Austral del continente.
Finalmente, y considerando las capacidades adquiridas por Asmar y la industria nacional, es de esperar que la construcción naval en Chile se fortalezca a través de una política de Estado, cuyo objeto sea seguir avanzando en potenciar la capacidad industrial y tecnológica del país, para llegar a construir unidades tecnológicamente más avanzadas, como por ejemplo fragatas, que permitan custodiar los intereses nacionales en el mar, incorporando además a nuevos actores nacionales a esta industria, en especial de I+D, que posteriormente puedan replicar su trabajo en otras áreas del país, fomentando de esa forma la economía nacional.
Panorama regional
A pesar de que la inestabilidad política y alicaída situación económica que ha vivido Sudamérica en los últimos años, la construcción naval no se ha detenido en la región[1]. De hecho, Asmar ya se encuentra construyendo dos buques multipropósito de 8.000 toneladas de desplazamiento con diseño de Vard Marine de Canadá por un total de US$409 millones. Son cuatro las unidades que se tienen proyectadas de este tipo.
Sin embargo, el caso de Brasil quizás sea el más emblemático por su envergadura. En ese país ya se construyeron tres submarinos de cuatro de la clase Scorpène que encargó la Armada del país y se avanza en fabricación de un anhelado sumergible de propulsión nuclear. Todo el proyecto PROSUB en alianza con Naval Group de Francia tiene un valor de US$9.000 millones. Asimismo, ya se inició la fabricación de cuatro fragatas basadas en la clase Meko A100MB (Foto) por el consorcio Aguas Azules, que incluye a Embraer y Thyssenkrupp Marine Systems de Alemania, proyecto total de US$1.800 millones.
Colombia, por su parte, decidió adoptar el diseño neerlandés Sigma 10514 de Damen Shipyard para construir en el astillero local Cotecmar a partir de 2025, cinco fragatas basadas por un costo total de US$ 2.000 millones.
Recientemente, Perú anunció que para empezar a reemplazar su flota de superficie, seleccionó a Hyundai Heavy Industries de Corea del Sur para construir con el astillero local SIMA una fragata de 3.400 toneladas modelo HDF-3200 (ver render), un patrullero oceánico y dos barcazas por un valor total de US$463 millones. La aspiración final es construir son seis fragatas y patrulleros oceánicos.
Por todo lo anterior, se puede afirmar que la construcción naval está en plena marcha en Sudamérica, superando las coyunturas políticas de turno y aportando a los países innovación, desarrollo y puestos de trabajos. Para Chile, el desafío que se viene será construir ocho fragatas en Chile. Sin duda, la experiencia y necesidades existen en un país marítimo, por lo tanto, las preguntas a responder son: ¿Astillero socio y fondos? El tiempo está corriendo.
Equipo AthenaLab
Talcahuano 5 de julio de 2024
Más información relacionada:
COLUMNA | Las consecuencias estratégicas del rompehielos Almirante Viel y la construcción naval en Chile. Richard Koyoumdjian en El Mostrador.
COMENTARIO | Rompehielos “Almirante Viel”: reflejo de una voluntad nacional antártica. Juan Pablo Toro https://www.athenalab.org/comentario-rompehielos-almirante-viel-reflejo-una-aspiracion-nacional/
ARTÍCULO | Más hielo, por favor: el creciente interés por buques polares. Juan Pablo Toro
https://www.athenalab.org/mas-hielo-por-favor-el-creciente-interes-por-buques-polares/.
[1] Janes’s Defense Weekly (07/05/2024). “South America’s naval modernization Challenge”, by Tim Fish.
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