Deben existir pocos temas en política internacional que hayan pasado desde la existencia discreta hasta estar en la delantera del interés, como es el futuro patrón de alineamiento en el Indo-Pacífico. Académicos, expertos y analistas políticos predicen con frecuencia la emergencia de una alianza regional formal liderada por Estados Unidos en la región para contrarrestar el poderío de China. Para aquellos que esperan una repetición de los rígidos sistemas de alianzas de la Guerra Fría (Woodward 2017), una futura Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la región es casi inevitable. De hecho, para muchos comentaristas, la consulta cuadrilátera informal, comúnmente conocida como el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (en adelante llamado el Quad), formado por Australia, India, Japón y Estados Unidos, es una protoalianza de este tipo (Bhaskar 2020; Bhatnagar 2021)1. Los funcionarios chinos a veces han caracterizado al “Quad” de una forma muy parecida (MOFA, China 2018).
Hay dudas razonables a la hora de evaluar al Quad de acuerdo con la forma cómo se ajusta al molde de una alianza formal “en construción”.2 A menudo, se evoca el estándar de la OTAN para efectuar análisis que permitan plantear perspectivas, pero generalmente más para dar cuenta de lo inverosímil que resultaría la emergencia de esta forma exigente de multilateralismo en una región con un débil sentido de identidad colectiva e intereses compartidos (Hemmer y Katzenstein 2002). En lugar de una protoalianza, el Quad ha mostrado hasta ahora las señales de ser otro esfuerzo minilateral —una extensión de los bilaterales y trilaterales que han proliferado en la región desde principios de la década de 2000 (Envall y Hall 2016)3.
Sin duda, el nivel de atención que el Quad está recibiendo actualmente en los medios de comunicación y los círculos políticos contrasta marcadamente con su madurez organizativa, que aún no nace. Aunque hay indicios de que el formato del Quad se ha vuelto más rutinario desde que revivió en 2017 (Panda 2020a; Él y Feng 2020), no se han asignado presupuestos, no se han firmado acuerdos y no se han emitido declaraciones conjuntas recientemente. Pocas obligaciones o compromisos, tácitos o no, se imponen a sus miembros. En cambio, el propósito del Quad es ambiguo, su formato altamente informal y sus actividades en gran medida no son controvertidas (Zala 2018; Remolque 2019).
Las declaraciones oficiales actuales de los cuatro miembros ciertamente minimizan su potencial duro de equilibrio y resaltan las actividades menos controvertidas del Quad, como los esfuerzos para mitigar el cambio climático, la lucha contra el terrorismo, la entrega de ayuda en casos de desastres, la construcción de infraestructura de calidad en el Indo-Pacífico y, más recientemente, las respuestas a la pandemia. En una iniciativa real del Quad, por ejemplo, India fabricará vacunas estadounidenses a través del apoyo financiero de Estados Unidos y Japón, con Australia proporcionando asistencia logística. La capacidad del Quad para funcionar en un formato informal para trabajar en temas con una serie de naciones del Indo-Pacífico bajo la fórmula “Quad Plus”, apunta a una laxitud y flexibilidad que generalmente no se asocian con organizaciones más formales y especialmente alianzas militares (Panda 2020d).
La falta de compromisos vinculantes de los miembros por parte del Quad ha llevado a algunos a calificar el proyecto como un “gesto vacío” (White, 2017). Argumentamos aquí, en contraste, que la informalidad del Quad actualmente conviene a los miembros porque impone obligaciones mínimas a las partes y permite evitar cuestiones en las que los miembros tienen posiciones divergentes. Esta casa a medio terminar, por debajo del umbral de la alianza, pero ciertamente más que una “tertulia”, proporciona un formato para una alineación emergente de cuatro potencias que facilita la coordinación entre varias áreas de interés común, especialmente en el dominio marítimo, sin restringir la autonomía de cada miembro soberano. El Quad surgió de una preocupación de seguridad común: China. Como tal, su falta de comportamiento típico de la alianza (compromisos formales y declaraciones diplomáticas claras que hacen referencia a la amenaza) es un esfuerzo por señalar amistad entre las cuatro naciones, hacia afuera y entre sí, sin avivar las tensiones con Beijing. No hacemos juicios políticos sobre la sabiduría de este enfoque; simplemente afirmamos que esto explica en buena parte por qué el Quad funciona actualmente como lo hace.
Para avanzar en nuestros argumentos principales, este artículo procede de la siguiente manera. En primer lugar, resumimos los argumentos clave sobre la creciente prevalencia de las organizaciones intergubernamentales oficiosas (OIG)4 en política internacional y sintetizamos las discusiones teóricas sobre organizaciones internacionales (OI), incluyendo alianzas formales. Con el telón de fondo de una cascada de informalidad en las OIG, examinamos la evolución del Quad, los intereses de sus miembros en formar un cuarteto y, en tercer lugar, el carácter de las interacciones de los miembros. Luego evaluamos lo que el análisis empírico y basado en la teoría anterior nos dice sobre el curso de la organización, es decir, hacia o lejos de una institucionalización más profunda y una mayor formalidad. En las secciones finales se examina lo que dice el Quad sobre el lugar que ocupan las OIO informales en la política internacional y, más estrechamente, en el Indo-Pacífico.
Brendon J. Cannon, profesor Asistente de Seguridad Internacional de la Khalifa University, Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos.
Ash Rossiter, profesor asociado de Seguridad Internacional en Khalifa University
*Este artículo fue publicado originalmente bajo licencia de exclusiva de Springer Nature Limited 2022 y fue traducido por AthenaLab con la autorización del autor.
** Este artículo representa el pensamiento de los autores, no necesariamente de la institución.
