Desde la perspectiva del derecho Internacional y de acuerdo con el contendido de la Carta de Naciones Unidas de 1945, se sanciona el uso y la amenaza del uso de la fuerza en las relaciones internacionales, toda vez que se dirija en contra de la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas. La excepcionalidad de lo anterior, esta refrendada en el artículo 51 de la Carta de la ONU, en que se autoriza el uso de la fuerza para hacer frente a un ataque armado consagrando el derecho a la legítima defensa individual o colectiva de cualquier Estado.
Durante la madrugada del jueves 24 de febrero, el este de Ucrania ha sufrido un ataque militar de parte de Rusia, en lo que ese país ha denominado una “operación militar especial”, luego de una concentración y despliegue de fuerza militares que alcanzan los 190.000 efectivos entre fuerzas convencionales e irregulares. Se estima la presencia en lo terrestre de 105 grupos tácticos de nivel batallón. Cada uno de estos grupos está compuesto por una fuerza que varía entre 600 y 1000 soldados, e integrada por elementos de artillería y bases de fuego, defensa aérea y medios logísticos.
En lo marítimo se han desplegado más de 40 unidades navales, así como aproximadamente 500 aviones de combate. Adicionalmente, esta operación militar incluirá el empleo de medios en la dimensión espacial e informacional, así como otros no militares para lograr fines políticos y estratégicos, con mayor intensidad ya que en algunos casos dichos medios exceden la efectividad de los recursostradicionales.
Todo el despliegue estratégico ruso amenaza Ucrania desde el norte, sur y oeste, estimándose que los objetivos militares se circunscribirán a la totalidad de Ucrania, incluyendo las regiones rebeldes de Donetsk y Luhansk, ya que previamente esta semana Rusia y la Cámara Baja de ese país han reconocido en forma unilateral la independencia de ambas áreas geográficas.
El origen del conflicto se remonta a la invasión de Crimea por Rusia en 2014 y el continuo apoyo a las fuerzas separatistas prorrusas en estas dos regiones rebeldes. En consecuencia, Ucrania materializará su legítimo derecho a la defensa individual, estimándose que, en el seno del Consejo de Seguridad, por razones obvias no existirá unanimidad por el derecho a veto de al menos uno de los cinco miembros permanentes.
¿Qué podríamos esperar durante los próximos días? Las principales operaciones militares estarán dirigidas aparentemente al control de las regiones rebeldes, para dar mayor fuerza al reclamo unilateral de independencia de Donestk y Luhansk. Ucrania hará uso intensivo de sus capacidades militares y diplomáticas, apreciándose la imposición de sanciones en contra de Rusia y, probablemente, Bielorrusia por parte de países europeos y Estados Unidos, así como se podría intensificar la ayuda a Ucrania en asistencia militar, económica, inteligencia y humanitaria.
Los eventos en desarrollo en Ucrania van a reconfigurar la situación de seguridad de Europa de la forma más profunda desde la II Guerra Mundial, estimándose que ese país continuará siendo un foco de tensión entre Rusia y su visión geopolítica euroasiática versus la de Europa focalizada en torno a Europa central. Lo que está en juego en este conflicto por parte de Rusia es limitar la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte hacia el este, así como la remoción de armas nucleares estadounidenses desde Europa, expandiendo la esfera de influencia rusa hacia el Oeste para continuar gozando de su histórica profundidad estratégica, imperativo de su seguridad.
John Griffiths
Jefe de Estudios AthenaLab
