John Griffiths Spielman
AthenaLab
Cuando se abordan las relaciones civiles-militares, uno puede recurrir a clásicos como Samuel Huntington1 y Morris Janowitz2, o incluso favorecer a otros autores más modernos. De todo ellos, destacamos la condición de profesión de la carrera de las armas, entendida como la subordinación propia de un cuerpo militar profesional competente a los fines de la política, de acuerdo con lo determinado por las autoridades3, en una interacción permanente de asesoría respecto del mejor uso de la fuerza militar, siempre para favorecer a la sociedad de la que forman parte y sirven. Es precisamente el uso de la fuerza militar en el actual estado de catástrofe que rige sobre Chile por la pandemia del coronavirus y su impacto en la relación civil-militar, el objetivo del siguiente análisis.
Dando por sabidas las aproximaciones teóricas sobre las relaciones civiles-militares, pasamos a centrarnos en el actual despliegue con fines humanitarios y sus efectos entre las partes. El impacto es bidireccional ya que afecta tanto la relación política y militar, como la relación de la sociedad civil con sus fuerzas armadas, y pone de manifiesto la necesidad de prepararnos más eficientemente en este ámbito de cara a las futuras amenazas que debemos enfrentar. En consecuencia, compartimos algunas lecciones aprendidas del despliegue.